Lamento haberme equivocado

La ocasión más reciente en la que en este espacio me referí a mis expectativas del comportamiento del IPC, fue el 9 de agosto pasado. En esa Consejería escribí sobre la posibilidad de los 46 mil puntos en el IPC —lo había hecho en ocasiones anteriores— señalando que tal meta no sería alcanzada en línea recta y que antes había algunos “obstáculos” técnicos que superar.

También escribí que mi resistencia —zona de oferta— “visible” estaba en la zona de los  43 mil 500-44 mil. El IPC entonces estaba en 42 mil 713 puntos, que era una resistencia “visible” que yo suponía que podía rebasar con relativa facilidad. Me equivoqué.

Y lamentablemente —para mí— a partir de ese punto inició una trayectoria bajista. El nivel mencionado fue respetado y ahora se ha convertido en una marca contra la que el IPC luchará en su intento de ir hacia la meta “grande” (la de los 46 mil). Por el momento, el indicador del mercado mexicano se enfila hacia los 40 mil puntos donde hay varios elementos técnicos que sugieren que puede detener la baja, sin que esto sea una garantía.

Y sí, el mercado volvió a meterse a la tendencia bajista, la que inició a principios de febrero pasado y que hizo el intento de abandonar a principios de este agosto que corre. Pero no lo logró y no tenemos información que nos haga pensar que hay motivos para que se genere un nuevo intento y que ahora sí resulte exitoso. Creo que en la Consejería de ayer enumeré varios de los elementos que, creo, la impiden.

Y desde hace mucho dejé de creer en los “momentos mágicos” a los que con frecuencia se les atribuyen cualidades que no tienen. Lo mismo a los eventos que salvo excepción, y en lo general provocada por una emergencia, dependen de las decisiones políticas. Me refiero a fechas como la del informe presidencial en nuestro país o al reporte del “estado de la nación” que realiza el presidente de Estados Unidos. Ambos son predecibles. Sobre todo cuando son precedidos por una campaña publicitaria en medios de comunicación masiva, como es en nuestro caso.

Otro “momento mágico” (aunque no puedo precisar el tipo de “magia” en cuestión) es por ejemplo la próxima reunión de política monetaria de la Fed, en tres semanas; el 21 de septiembre (aunque la reunión empieza el día previo), si bien en este caso hay un motivo específico para pensar que puede haber información importante para los mercados y en general para la sociedad. El “momento mágico” sí que puede tener algún sentido.

No se puede perder de vista que los mercados especulan alrededor de la eventual decisión de la Fed, y que en el terreno político cada vez es más frecuente el tema de la sucesión de la presidencia de ese banco central (en enero de 2014 termina el periodo que corre de Ben Bernanke), y si la estabilidad de los mercados es importante para los que conducen la política monetaria, entonces cabe pensar que una decisión puede presentarse ese día.

La siguiente oportunidad sería hasta principios de noviembre (1 y 2 de ese mes) y la preguntas son —desde mi punto de vista—: ¿La Fed quiere mantener el nivel de incertidumbre que prevalece sobre su posible postura?, y, ¿se pueden presentar cambios en la economía de tal magnitud que le lleven a esperar por un mejor momento; situación política por medio? Creo que no, en ambos casos.

Por tanto, sí es posible que la Fed anuncie los cambios a su postura actual, lo que será noticia, pero quizá no sea sorpresa. Es decir, anunciará un cambio en los estímulos monetarios hacia su reducción y eso ya lo sabemos en los mercados. Cómo será la reacción puntual es lo que está por verse.

En buena medida pienso que eso es lo que está en la base del error que, admito, cometí. Los mercados presionarán hasta donde puedan para que la decisión de la Fed sea lo menos “perjudicial” para los resultados de operación, sin pensar lo que ello significa para la economía en general, que es lo que la Fed tiene como objetivo. Supuse que ya había presionado suficiente. Y no. Siempre aprendo algo nuevo de los mercados. Diría que a diario. Ofrezco mañana completar lo que he escrito, con la idea de lo que puede ocurrir. Suerte.