Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

14 Oct, 2013

Dramas

Una obviedad que no siempre lo es: las biografías fílmicas son falsas por definición. De entrada, porque deben construir una trama de dos horas de duración en torno a un par de hechos verídicos, alrededor de los cuales se tejen historias, personajes y diálogos ficticios. Por lógica, éstos serán más inventados mientras menos autorizada sea la biografía. Aunque quizá lo sean todavía más en el caso contrario, sobre todo si al personaje retratado le da por preferir una versión edulcorada de su propia vida.

Por tanto, no extraña la descalificación de Julian Assange a la película The Fifth Estate, de estreno el próximo viernes en Estados Unidos, basada parcialmente en el libro Inside WikiLeaks de Daniel Domscheit-Berg y dirigida por Bill Condon, en cuya filmografía figuran el musical Dreamgirls, las dos últimas partes de la saga Crepúsculo y la semblanza del pionero de la sexología Alfred Kinsey.

Desde luego que semejante currículum nunca iba a impresionar al hacker australiano, quien desde un principio descalificó el libro publicado en 2011 por Domscheit-Berg, ex vocero alemán de WikiLeaks y quien se decepcionó de Assange cuando éste decidió convertirse en “estrella pop” y celebridad global, y a quien reiteradamente acusó de egocéntrico y megalómano.

Assange no puede quejarse de que estos dos últimos rasgos de su personalidad sean reflejados en la cinta, cuando él mismo escribió una carta de inconformidad que no dirigió al director Condon, como sería lógico, sino al actor que lo representa en la pantalla grande, el inglés Benedict Cumberbatch, quien ya personificó al científico Stephen Hawking y al detective Sherlock Holmes en sendas series televisivas.

La intención de la misiva —escrita por Assange en enero desde su refugio en la embajada de Ecuador en Londres— era persuadir a Cumberbatch de no participar en el filme, al que calificó de tóxico, porque no refleja la imagen del héroe transgresor que se le atribuyó tras la revelación de cientos de miles de cables diplomáticos que hicieron ver muy mal al gobierno de Estados Unidos.

Retratar en el celuloide a personajes vivos —y mediáticamente muy activos— representa una apuesta muy alta para los realizadores. Sobre todo porque una sola palabra descalificatoria por parte de los aludidos resta credibilidad, máxime en casos como el de Assange, muy apreciado aún en los círculos de la corrección política (es posible que este factor haya pesado en la crítica a la película de Condon y por ello sólo suma un decepcionante 44% de reseñas positivas en el sitio especializado Rotten Tomatoes).

Una popularidad de la que no goza, por ejemplo, Mark Zuckerberg, pero que compensa con un mayor sentido del humor. El fundador de Facebook participó en un sketch en el programa Saturday Night Live al lado de Jesse Eisenberg, actor que lo personifica en The Social Network, y quien le preguntó qué tal le pareció esta película, a lo que el joven empresario respondió sonriendo: “Interesante”. Meses después Zuckerberg invitó a una de sus presentaciones al comediante Andy Samberg, famoso por parodiarlo debido a su mucho mayor parecido físico.

Y justo esa cualidad, el parecido físico, no le bastó al también comediante Ashton Kutcher para hacer de la biopic Jobs una cinta mínimamente interesante. Estrenada en México el 4 de octubre, justo en la víspera del segundo aniversario de la muerte del visionario emprendedor, el filme quedó a años de luz de aprovechar todo el potencial de un personaje cuya historia de vida —niño entregado en adopción, joven rebelde, self-made man creador de un emporio en una cochera, despedido de la propia empresa que fundó y a la que volvió triunfalmente— contenía los suficientes ingredientes para una épica monumental. 

La película no hace justicia al fundador de Apple, no por su evidente falta de apego a la verdad histórica, sino por ser un producto improvisado hecho al trancazo, con un guión armado a base de anécdotas sin hilación, carente de la menor tensión dramática y soportada en la bienintencionada pero insuficiente interpretación de Kutcher, quien se esmera en presentar a un Jobs que gesticula en la intimidad los mismos ademanes que en las presentaciones de sus productos. Alguien debe estarse revolcando en su nube.

marco.gonsen@gimm.com.mx

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