Termina un año difícil

No cabe duda de que, en el ámbito económico financiero, 2013 ha sido un año particularmente difícil por la enorme incertidumbre que ha habido en los mercados, producto del largo camino andado, para lograr salir de la crisis de 2008.

En Estados Unidos muchos esperaban, entre ellos yo, que 2013 hubiera sido el año de salida de la crisis; sin embargo, aunque hubo logros muy importantes, se interpusieron en el camino problemas políticos que impidieron que se alcanzara una consolidación del crecimiento económico, abatiendo la tasa del desempleo. En el último trimestre del 12, la mayor parte de los analistas esperaba que la economía estadunidense creciera por arriba de 2.5%; esto no se logró debido al desacuerdo entre demócratas y republicanos de cómo disminuir el déficit fiscal de ese país, con lo cual en enero de 2013 se reimplantó el impuesto de 2% sobre nóminas que había eliminado el presidente Bush, como paliativo para enfrentar la crisis.

Después, el último de marzo entró el famoso secuester (recorte de gastos automático) que se tiene que llevar a cabo por 1.2 billones de dólares en los próximos diez años, correspondiendo al ejercicio fiscal 2012/2013 un recorte de cerca de 80 mil millones; estos dos factores inhibieron el desarrollo de la economía más importante del mundo, y finalmente este año terminará con un incremento de 1.7 por ciento. Afortunadamente, ahora sí la economía está creciendo en forma más vigorosa; se han logrado acuerdos entre republicanos y demócratas para reducir los montos a recortar en el ejercicio 2013/2014 por 63 mil millones de dólares; además, la economía ha logrado abatir los costos de la energía en forma importante, y esto, en el marco de un mundo global con mejor crecimiento, nos hace pensar que el año entrante EU podrá crecer por arriba de tres por ciento.

Para México, el año también fue muy difícil, ya que desde el primer trimestre del presente quedó claro que las expectativas de crecer a 3.7%, que tenía el nuevo gobierno, no se podrían alcanzar, y de esa visión tan positiva, finalmente la economía va a crecer 1.2% durante todo el año.

En principio, el optimismo era el común denominador, pero a partir de septiembre eso se había perdido y el ánimo de los inversionistas dio un giro de 180 grados, lo cual se acrecentó con una Reforma Fiscal que no dejó contento a casi nadie; cuando menos, generó enorme disgusto entre el sector empresarial y las clases medias. 

El cierre del año está siendo distinto, en virtud de que se logró sacar adelante la reforma más importante, que era la energética. Este éxito de la presente administración representa el cambio estructural más relevante para el país, desde la firma del Tratado de Libre Comercio en 1993 y augura que, de ser bien implementado, podrá ser un parteaguas para el crecimiento de la economía mexicana; de esta manera, después de 2015 se podría empezar a crecer a tasas por arriba de 5% en forma sostenida y empezar así a abatir la vergonzosa condición de pobreza en la que viven cerca de 43% de los mexicanos.

En temas muy concretos, las bolsas estadunidenses dieron rendimientos extraordinarios, cercanos a 30%, lo cual no se veía en la última década, en tanto que las bolsas de países emergentes, como en el caso de México, los resultados fueron adversos. El futuro para el sector financiero aún es incierto, ya que desde comienzos de 2014 se empezará a vivir una época en la que los estímulos monetarios puestos por Estados Unidos para su economía, y que tuvieron un efecto positivo en casi todo el mundo, incluyendo a México, se van a empezar a retirar para finalmente desaparecer.

Esta salida de dichos estímulos (tapering) es inédita y por eso cargará el ambiente del elemento que menos le gusta a los mercados, que es la incertidumbre. A pesar de todo,  yo confío en que la Reserva Federal —que será el artífice de todo este movimiento— lo hará con el cuidado y la cautela que el tema merece.

Muchas felicidades y mis mejores deseos a todos los lectores de esta columna; que tengan salud y bienestar y nos vemos en enero de 2014.

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