Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

10 Feb, 2014

Pájaros

Si algún día Finlandia quisiera incorporar un nuevo elemento a su bandera o escudo nacional, no sería raro que éste fuera la figura de un ave furiosa.

Concluido el reinado en la telefonía celular de Nokia, que ahora es propiedad de Microsoft, la marca más representativa del país europeo en el mundo es Angry Birds, que en diciembre cumplirá cinco años de demostrar que el golpeteo incesante a los cerdos es un lucrativo negocio que de paso ayuda a posicionar a su país en otros ámbitos, como el deportivo.

La Federación Internacional de Basquetbol (FIBA) eligió hace una semana a Finlandia para participar como una de las cuatro selecciones wild cards (es decir, que no calificaron por medio de eliminatorias) en el Mundial a celebrarse en España en septiembre próximo. Llamó la atención su caso porque no es precisamente una potencia en ese deporte (ocupa el lugar 39 del ranking global). Su invitación obedece a un factor económico: el patrocinio publicitario ofrecido por la firma Rovio.

La buena imagen de los Angry Birds no decayó a pesar de que fueron acusados de funcionar como pájaros en el alambre para la Agencia Nacional de Seguridad estadunidense y el Cuartel General de Comunicaciones británico (NSA y GCHQ, respectivamente, por sus siglas en inglés), de acuerdo con un reportaje del periódico digital ProPublica, difundido el 27 de enero en conjunto con The New York Times y The Guardian.

Según su reporte, el popular juego habría sido una de las muchas aplicaciones intervenidas para sustraer información personal de los usuarios, como localización geográfica, edad, sexo y contactos telefónicos. Aunque Rovio negó tener conocimiento de haber sido objeto de espionaje, el deslinde no impidió que su sitio web fuera atacado por ciberpiratas.

En realidad, la más reciente amenaza contra el reinado de estos personajes alados no provino de los hackers, sino de un rival de su misma especie: el juego Flappy Bird, disponible para su descarga gratuita desde mayo pasado, pero que se convirtió en un fenómeno inexplicable de popularidad en la última semana de enero, al grado de encabezar las listas tanto de la App Store de Apple como la de Android.

Así como Angry Birds cautivó por su diseño atractivo pero, sobre todo, por la simplicidad de su mecanismo, Flappy Bird ha provocado arqueos de cejas y debates encendidos acerca del porqué de su éxito. Recurro a los adjetivos empleados en la reseña de The Independent: sus gráficos son pobres, aunque algunos los llamarán “minimalistas”; su dinámica es sencilla, aunque más bien resulta descerebrada. Por medio de golpecitos en la pantalla del celular hay que mantener en vuelo a un pájaro dibujado en 8-bits y hacer que pase a través de tuberías (en un diseño descaradamente plagiado de la estética de Mario Bros.) sin chocar con ellas, pues con un leve contacto se acaba la diversión. A diferencia del común de los juegos que llenan el ego haciendo creer que se logran récords de millones de tantos, aquí se pueden pasar horas sin que se superen apenas cinco o seis puntos.

Tan desesperante como adictivo, Flappy Bird fue llamado por el diario británico como “el Gangnam Style de las aplicaciones”, y aunque bajarlo no tiene costo, de acuerdo con el sitio The Verge genera unos 50 mil dólares diarios por publicidad a su creador, Dong Nguyen, un desarrollador independiente nacido hace 29 años en Hanoi, Vietnam.

Nguyen se ha visto asediado por los medios especializados en tecnología para que aclare acusaciones de que él mismo empujó la popularidad del juego mediante la creación de cuentas falsas de iTunes que atestaron de reseñas positivas la tienda de aplicaciones, una estrategia que habría contribuido a lograr unas 50 millones de descargas. Carter Thomas, analista del sitio bluecloudsolutions.com, sembró la duda al comparar sus estadísticas con las de títulos similares y revisar las críticas positivas, sugiriendo que éstas pudieron ser generadas por bots.

Sea por esa razón o porque no soportó la fama (buena o mala), Nguyen anunció el sábado en su cuenta de Twitter (que supera ya los 110 mil seguidores) que retiraría ayer domingo del mercado Flappy Bird, tras confesar que ya lo odiaba por haber arruinado su vida simple, y desmintiendo versiones de que piense vender la franquicia o que esté metido en líos legales. Como diría la canción, sólo fue del amor ave de paso.

marco.gonsen@gimm.com.mx

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