Pedro Alonso

Consejería

Pedro Alonso

20 Mar, 2014

All things must pass, dice George Harrison

No tiene remedio. La Fed es la Fed. Lo digo de esta manera porque, además de ser el banco central del país más poderoso del mundo, económicamente hablando, decidió hace años —en 2009— iniciar algo que entonces fue juzgado como una medida ortodoxa de política monetaria que, como suele ocurrir con este tipo de decisiones —lo que no es habitual, en cualquier terreno de la vida— fue tomada con escepticismo, en el mejor de los casos.

Al paso del tiempo pienso que hay que reconocer la eficacia de tales medidas, pues han servido para lo que se pretendió: favorecer la recuperación de la economía estadunidense que por su magnitud, apoyó la recuperación de la economía global, en unos casos más y en otros menos.

Claro que hay que admitir los efectos colaterales que, bien a bien, aún no los vemos en toda su extensión, pero no hay que perder de vista que la Fed toma decisiones para lo que piensa que conviene a su país —donde por supuesto tiene detractores— y que al final actúa a partir de la idea que Estados Unidos no tiene aliados alrededor del mundo, tienen intereses.

La decisión de expandir la base monetaria de la economía estadunidense inyectando de esa manera enormes montos de liquidez (dinero estadunidense) a la economía del mundo y en esa manera bajar la tasa de interés, sin duda propicia especulaciones financieras pero al final consiguió lo que se esperaba por parte de la Fed: la economía de Estados Unidos está creciendo.

Como sabemos, los Quantitative Easing han puesto en juego recursos adicionales por cerca del 25% del PIB de Estados Unidos. Y claro que esta medida impulsó el crecimiento. Al final, se hizo oferta de crédito “primario” (el “producto”) a un precio fijo, ya que la tasa de interés de referencia, en el caso de la Fed la de fondos federales, desde hace mucho está entre 0 y 0.25%, así que se “abarató” el crédito, el “bien” en cuestión.

Desde luego que más de uno debe pensar —y decir— que tal medida era innecesaria, que fue una exageración y que pone en riesgo la estabilidad económica del mundo y quizá puede ser así. Pero la pregunta —al menos la que yo me hago— es: ¿Qué hubiera ocurrido si no se instrumentan los apoyos monetarios?

Difícil de saber. Pero lo que sí sabemos es que el planeta no se derritió y que regiones como Eurolandia, que no intentó esta vía, sufre de anemia y que Japón, la tercera economía de estos rumbos globales, decidió tratar esta “terapia” después de años de estar en “estado de coma”.

Ayer la Fed, además de anunciar su decisión de mantener su postura de reducir los apoyos monetarios en otros 10 mmdd, publicó sus estimaciones para la economía estadunidense que en lo general, redujo ligeramente para los próximos años. Y alguien se preguntara si esta baja en las estimaciones tiene que ver con su decisión de no apoyar como lo ha hecho hasta ahora, desde el 2009, expandiendo el llamado “crédito primario”.

Como sabemos, los bancos centrales son las únicas entidades en el planeta con la capacidad de producir dinero (cada cual produce el suyo), de generar medios de pago, de “hacer” crédito. ¿Se da cuenta del poder que tienen? Así, la Fed al decidir reducir su apoyo monetario, le ha hecho pensar a los mercados que el crecimiento disminuirá y con la publicación de sus estimaciones, ligeramente menores, avala la idea.

La reducción es mínima entre lo que se dijo en diciembre de 2013 y ahora, marzo de 2014; de 3 a 2.9% para este año, de 3.2 a 3.1% para 2015 y de 2.9 a 2.8% en 2016, usando los valores promedio de la tendencia central de los pronósticos. Pero como he compartido con usted en este espacio, una décima de punto porcentual en estas entidades (por llamar al PIB de alguna forma) representa un gran acervo de riqueza. De ahí —probablemente— la reacción de los mercados, que bajaron ligeramente ayer.

Habrá que acostumbrarse, pues pienso que, más allá de los ajustes que tuvieran que hacerse por las eventuales variaciones de la economía, la Fed no variará su decisión de reducir los montos de los estímulos monetarios. All things must pass, dice el maestro George Harrison. Y sí. Habrá que acostumbrarse. Suerte.

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