Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

24 Mar, 2014

Office

En plena era de las redes móviles 4G, los típicos cafés internet mal equipados con máquinas viejísimas y desesperantemente lentas parecen condenados a la extinción. Sólo una circunstancia explica su supervivencia: la eventual necesidad de imprimir algún archivo fuera de casa.

Y no hablo sólo de cuando ocurre una urgencia, sino de garantizar que el documento aparezca en papel con los formatos adecuados (tamaño de hoja, márgenes, fuente tipográfica, interlineado, cursivas, negritas y demás estilos), una certeza que mucha gente busca en las computadoras de escritorio dotadas con Windows y Microsoft Office.

El arraigo masivo por esta última marca explica el furor bursátil desatado la semana pasada tras la revelación, por parte de la agencia británica Reuters, de que el nuevo CEO de Microsoft, Satya Nadella, anunciará el próximo jueves la primera versión para iPad de la popular suite que incluye procesador de texto (Word), hoja de cálculo (Excel) y plantilla para exposiciones (PowerPoint).

De confirmarse, sería un auténtico golpe de timón por parte de la empresa de Redmond, que llegó tarde y mal al mundo de los dispositivos portátiles. A pesar de que desarrolló para ellos un muy sólido sistema operativo que mantuvo la marca Windows, ha sido incapaz de competir en popularidad con iOS y Android. No le han servido ni siquiera los ingeniosos anuncios de su tablet Surface, que a su vez parodian a los de Apple.

Su estrategia comercial tampoco le ha sido muy funcional. En lugar de promover la venta del software físicamente (como ocurre cuando uno compra el paquete de discos una sola vez y para siempre, y se recibe además un número de serie que sólo puede vincularse con un máximo de tres o cinco aparatos), Microsoft ha privilegiado en los últimos años su proyecto Office 365, que funciona mediante una suscripción por pago que debe renovarse periódicamente y está diseñado para funcionar en la nube. Sólo mediante este sistema se pueden editar documentos de Office en el iPhone.

Esta táctica choca con dos tendencias muy arraigadas entre los usuarios. La primera es la de la gratuidad: ¿por qué pagar por un servicio que ya se ofrece en Google Drive sin costo o a un precio muy económico en caso de que se necesite mucho espacio en nube? Y la segunda: a los usuarios sí les gusta contar con los programas físicamente en sus dispositivos, lo que ha popularizado aplicaciones del tipo Documents to Go, desarrolladas para iOS y Android por empresas independientes y cuyos archivos son perfectamente compatibles con Microsoft Office.

Justo una combinación de ambas tendencias la representa iWork de Apple, cuyos programas Pages, Numbers y Keynote (los equivalentes de Word, Excel y PowerPoint, respectivamente) pueden descargarse gratuitamente si se compra la última versión del iPhone, iPad o iPod Touch.

Faltará por ver si lo que Nadella presenta al final (como ya lo sugirió el sitio The Verge) no es más que una versión para tablet de Office 365. Pero si lo que diseñó Microsoft es en realidad una aplicación completa, sería una suerte de justicia poética, porque ocurriría justo cuando están a punto de cumplirse 25 años del lanzamiento de Office para Macintosh, que ocurrió en agosto de 1989, antes de la versión para Windows, que se convirtió en hegemónica en todo el mundo.

Aquella popularidad, justo es decirlo, se debe a dos visionarios reclutados por Bill Gates y Paul Allen, los cofundadores de Microsoft: el programador Richard Brodie, un desertor de Harvard que en 1983 creó el procesador Word y que nueve años antes había coincidido en Xerox con el ingeniero de origen húngaro Charles Simonyi. Ambos trabajaron en el desarrollo de una aplicación llamada Bravo, la primera apodada con las siglas WYSIWYG (What You See Is What You Get), con las que se identificó a los primeros programas que lograban que en la pantalla de la computadora apareciera el documento tal y como se imprimiría en papel, una tecnología aún inexistente en los procesadores de aquella época, como el WordPerfect, de Corel.

De lanzar la edición para iPad, sólo esperamos que Microsoft no resucite a Clippy, el asistente animado de Word que pretendía ser simpático a la hora de brindar ayuda, pero que se granjeó el odio de todo el mundo hasta que fue eliminado en el Office para XP, la versión de Windows que justo también la semana pasada fue declarada como obsoleta. Quizás este adjetivo termine siendo aplicado también a la era de Steve Ballmer.


marco.gonsen@gimm.com.mx

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