Pedro Alonso

Consejería

Pedro Alonso

25 Mar, 2014

El IGAE habla del corto plazo, ojalá sea bueno

Cuando usted lea esta Consejería probablemente ya habrá conocido el resultado del Indicador Global de Actividad Económica (IGAE), para enero pasado. Como sabemos, el IGAE es una buena aproximación del PIB, que al final del camino resulta ser el indicador agregado del crecimiento de la economía que más seguimos, aunque su publicación sea tardía respecto del periodo que está midiendo.

Si bien el IGAE muestra lo que ocurrió dos meses atrás, es mejor que esperar a la publicación del PIB, que se da un mes después de concluido el trimestre “natural”, de tal suerte que tendríamos que esperar cuatro meses para saber lo que ocurre con el crecimiento económico, entendiendo lo complicado que debe ser computar los datos que le integran.

El IGAE, de alguna suerte, pienso que es un equivalente al ejercicio que se hace en Estados Unidos cuando se presentan las revisiones del PIB trimestral. Son revisiones mensuales que generalmente presentan correcciones importantes. De tal suerte, pienso que el IGAE cumple mejor con las necesidades de información que los mercados requieren.

Creo que es un buen ejemplo de lo que sugiere la idea de quienes dicen que se tiene que decidir entre velocidad y precisión. El IGAE no se publica tan rápido, pero es más preciso que las revisiones que se hacen del PIB de Estados Unidos. Así que lo que hoy se haya publicado será un buen indicador de lo que está pasando con nuestro crecimiento en este año.

A juzgar por el promedio de las expectativas, el dato será de un crecimiento de alrededor de 1.4%, en enero pasado —respecto de un año antes— que, a primera vista, me suena un tanto optimista, considerando los datos mensuales de los tres meses previos, que en promedio resultan en 0.8%.

Pero como escribí ayer en relación al tema de los pronósticos, el asunto de los datos con que juzgamos a la economía va más allá de los datos. A lo que me refiero es que, dada la percepción que tenemos acerca de lo que está ocurriendo, será difícil evaluar el dato de enero que el IGAE presente. En cualquier caso, por la experiencia que el indicador nos ha proporcionado, daré por bueno su cálculo, no sin antes someterlo al mejor escrutinio del que sea capaz.

Debo decirle, amigo lector, que soy usuario de la información económica de las diversas fuentes que tenemos en México desde hace muchos años y en este tiempo la he visto mejorar, en cantidad y en calidad. Además, al compararla con la que se publica en otros países, me siento tranquilo de esta opinión que expreso. Cabe aclarar que me refiero a la información primaria, no a los pronósticos que se hacen a partir de ella. Eso es “harina de otro costal”, dice el dicho popular. Asimismo, y como suele ser, la información es una y su interpretación es libre y variada, de lo que cada quien se hace responsable.

Por eso me permito relacionar lo que veo con lo que se publica. Me refiero a lo que pasa en el mercado y los datos económicos nacionales. Hace varios meses, según recuerdo, escribí en este espacio que no era extraño que se hubiese establecido una clara diferencia entre lo que pasaba entre nuestro mercado de valores con lo que pasaba en el de Estados Unidos, con el que habitualmente se nos relaciona de manera directa.

Suele decirse que el mercado estadunidense es la variable que condiciona el comportamiento del mercado mexicano y sí lo es en buena medida, pero no es lo único. Lo ocurrido el año pasado —y en los meses transcurridos de 2014— son una buena prueba de lo que implica no tener un resultado positivo en la economía nacional y no me refiero al signo aritmético que acompaña al dato del PIB, sino a las consecuencias que la economía tiene para la sociedad.

De tal suerte que eso que escribí en febrero pasado con respecto a: “Algo muy bueno tendría que ocurrir…” para esperar un alza interesante y sostenida del IPC, tendrá que apoyarse en el crecimiento económico nacional, independientemente de lo que ocurra en el exterior o de las promesas basadas en las reformas legales que conocimos el año pasado y que tendrán que transformarse en estructurales y, de ahí, en operativas. Cuando esto ocurra, bien podremos entonces pensar que los avances ofrecidos funcionan. No antes. Suerte.

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