Pedro Alonso

Consejería

Pedro Alonso

19 May, 2014

Buena oportunidad para recobrar la credibilidad

Antes que nada, felicitaciones al Atlético de Madrid y a sus seguidores (mi consuegro Luis, entre muchos), por su triunfo inobjetable y merecido en la liga de España. ¡Gran Campeón!

Esta semana, el próximo viernes 23, para ser preciso, se publicará el resultado de la evolución del PIB mexicano, en el primer trimestre de este 2014. El dato, que siempre es importante, creo que en esta ocasión será anticlimático, toda vez que ha sido motivo de mucha controversia antes de su aparición.

La polémica, en la que muchos hemos participado en diversas formas, se ve desde luego sobrepasada por la cantidad de afectados por la evolución de la economía, que el PIB pretende describir. Lo digo así porque en el paso del tiempo uno va aprendiendo que el PIB, como la gran mayoría de los indicadores que buscan medir el desempeño económico de un país, región o actividad, proviene de un modelo estadístico que, por definición, es una abstracción de la realidad.

No es la realidad, pero la simula, lo que no quiere decir que sea una ficción lo que se presenta, pero sí hay que tener claro que, por lo diversa y amplia que es la realidad, los humanos hemos tenido que inventar medios prácticos y útiles para tratar de medirle. Así lo hacemos todos en todas partes. Es una mecánica universal, homogénea y aceptada.

Así, resulta natural que cuando aparece un dato en el escenario económico, una parte amplia de la sociedad tienda a decir —o de plano lo afirma— que lo que se reporta no tiene que ver con lo que a ellos les ocurre, y la parte que en teoría estaría en el lado que está de acuerdo con el dato, no dice nada, porque soslaya el hecho de que el impulso “macro” sí tiene que ver con el esfuerzo “micro” —favoreciéndole o perjudicándole—, y, en consecuencia, percibe que su bienestar, mejor que el de otros, se debe a su propio e individual esfuerzo.

El punto interesante de la polémica en esta ocasión es la polarización de las opiniones. Mientras muchos, la gran mayoría, nos hemos colocado en la idea de que el crecimiento del PIB en México para este año estará alrededor de 3% (el primer trimestre se estima en 1.9%), el gobierno ha persistido en decir que será superior a esta cifra. Hasta ahora, la estimación gubernamental, como sabemos, es de 3.9%, que seguramente ajustará a la baja al conocerse el dato del primer trimestre.

Pero más allá del número que resulte en la medición, hasta ahora las posturas lo que dicen es que la mayoría no comparte el sentido que tiene la minoría (el gobierno) respecto de las cosas de la economía. Las expectativas y las vivencias de los primeros no checan con la realidad que el segundo, dice, prevalece, así que en el fondo lo que subyace es la caída de la credibilidad de este participante —en la polémica—, que por su condición y responsabilidad, requiere de establecer guías de actuación para la sociedad.

Así que la utilidad del dato del PIB del próximo viernes es que puede ser una buena oportunidad para que el gobierno inicie un intento de recobrar la credibilidad que ha perdido y que desde luego necesita para cumplir con su responsabilidad, en la parte que le toca, en la conducción de la economía del país.

Y, como siempre, quizá lo primero que tenga que hacer es reconocer los errores cometidos, y después, explicar claramente las metas que se persiguen y cómo se pretende alcanzarles. No bastará la corrección del “dato-objetivo” para 2014, ni decir que la economía mexicana se está recuperando o que va por buen camino, y menos aún perseverar en la inútil discusión de si estamos o no en recesión, con el añadido de que el problema reside en que los analistas fuera de los del gobierno no sabemos cómo interpretar la información.

Hace unos días, en un consejo de administración en el que participo, les dije que yo no soy cheerleader y que mi papel en esa entidad no es mantenerles entusiasmados apoyando sus visiones. Así que prefiero decir lo que pienso y tratar de soportarlo con razones e información dura. Disentir no es estar en contra, sino tan sólo tener un punto de vista diferente al de otro. Suerte.

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