Los retos de la política económica tras la crisis financiera

La estabilidad financiera en la actualidad no se acota específicamente a los problemas inflacionarios
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A partir de enero de este año cuando la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) anunció un posible retiro del estímulo monetario para incentivar la economía, algunas economías latinoamericanas sufrieron una “desinversión”. Foto: Reuters
A partir de enero de este año cuando la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) anunció un posible retiro del estímulo monetario para incentivar la economía, algunas economías latinoamericanas sufrieron una “desinversión”. Foto: Reuters

CIUDAD DE MÉXICO.- La estabilidad financiera en la actualidad no se acota específicamente a los problemas inflacionarios. La crisis financiera de 2007-2008 es justamente el mejor ejemplo de que la política monetaria debe de estar atenta al desarrollo de otras variables además de la inflación. En economías abiertas y emergentes, los flujos de capital así como la relación de la política monetaria con los sistemas financieros son variables a las cuales las autoridades monetarias y financieras deben de prestar atención si es que buscan mantener estable a la economía. Vale la pena recordar que, a principios de los años ochenta, Estados Unidos mostró al mundo que una subida repentina en la tasa de interés puede disparar los niveles de deuda y secar el sistema bancario, así como derribar las expectativas de los inversionistas, que de inmediato hicieron caer el precio de los títulos financieros de los países emergentes (fue el inicio de la Crisis de la Deuda).

Volviendo al presente, en el caso de las economías emergentes altamente dependientes del exterior, uno de los efectos inmediatos de la crisis fue un fuerte movimiento en los tipos de cambio como resultado de la salida de importantes sumas de capital de los países emergentes hacia Estados Unidos. Esto atentó contra el objetivo de inflación que muchos de estos países han intentado mantener, imponiendo a su vez presiones sobre sus respectivos bancos centrales para intervenir continuamente en el mercado cambiario. Para estas economías las salidas de capital representan una gran preocupación, ya que mayoritariamente estos flujos son necesarios para mantener una cuenta de capital positiva y permitir en consecuencia saldar la balanza de pagos. Así, la crisis financiera puso a los bancos centrales ante la disyuntiva sobre qué variable estabilizar.

Por otro lado, las bolsas de valores padecieron estos efectos. Las constantes salidas de capital provocaron que muchas de las grandes empresas listadas en bolsa se desvalorizaran (cayendo el precio de sus acciones), como consecuencia de las grandes ventas de emergencia del mercado accionario. A partir de enero de este año cuando la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) anunció un posible retiro del estímulo monetario para incentivar la economía, algunas economías latinoamericanas sufrieron una “desinversión”. Países como Perú y Chile se enfrentaron a salidas de 211 y 152 millones de dólares respectivamente. Por otro lado, en México el mercado de bonos fue altamente golpeado ya que cerca del 40% de los bonos totales en el mercado se encontraba en manos de inversores extranjeros.

Uno de los grandes efectos de la crisis fue también la incertidumbre sobre el estado real de los bancos, ya que la cartera vencida tuvo una tendencia al alza, lo que de inmediato se reflejó en una caída del crédito de la cuál muchos países aún no se logran recuperar. Además, las economías emergentes han sufrido un efecto directo en sus exportaciones, las cuales cayeron con el choque en los países desarrollados y que posteriormente ha mantenido una dinámica poco acelerada,  haciendo ver que el sector externo ya no es el motor que pueda sacar adelante a la economía

Los bancos centrales así como los gobiernos de las economías emergentes y desarrolladas enfrentan grandes retos en la conducción de la política económica. Es necesario dejar atrás la idea de que las autoridades sólo deben de enfocarse en el control de la inflación, pues implica dejar sin vigilancia otros mercados cuya inestabilidad puede resultar perniciosa para la economía no sólo en términos financieros, sino reales. No integrar esta visión a la política económica implica carecer de instrumentos institucionales con los cuales responder ante un choque que impacte de forma simultánea en diversos mercados.

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