¿Qué hacer con la (in)movilidad en el DF?

CIUDAD DE MÉXICO.- En estos días circuló en algunos medios una noticia sobre una posible propuesta de subir el precio del litro de gasolina a veinte pesos. Ante todo el malestar y confusión que pudo haber causado la noticia, surge una pregunta importante ¿Es malo para la Ciudad de México, en términos de movilidad urbana, una gasolina más cara?

En un artículo Parry y Timilsina (2010) analizan, considerando los efectos dañinos de la contaminación, el tráfico vehicular y los accidentes de tránsito, cuál debe ser el precio óptimo para el sistema de transporte público en la Ciudad de México

Los resultados de su estudio son muy interesantes: el costo debido al retraso ocasionado por problemas de congestión vial es de 580 dólares por persona y el impuesto óptimo por litro de gasolina en la Ciudad de México es de 0.72 centavos de dólar, más de 10 veces el actual.

Sin embargo, no consideran la medida muy realista debido a que se puede propiciar una situación en la que la gente prefiera rellenar su tanque de gasolina en los estados colindantes a la capital, o peor aún, crear una red de contrabando de combustibles de menor precio. Por tanto,  el impuesto a la gasolina debe de ser pequeño para que desincentive aunque sea un poco el uso de vehículos a gasolina pero sin incentivar la creación de redes de contrabando generalizadas.

Ante esta situación, ¿qué es lo que se tiene que hacer para mitigar los problemas ambientales y de congestión vial? Los autores llegan a la conclusión de que la mejor solución es instituir un peaje por milla recorrida en la Ciudad de México de 20.3 centavos de dólar. Proponen diferentes formas de implementación (una licencia área como en Londres y Estocolmo, por medio de GPS). Lo importante de su estudio es que hacen ver la gran problemática ambiental que ha ocasionado el congestionamiento vial.

La propuesta de los autores es una medida novedosa la cual requiere grandes esquemas de implementación. Ello no debe de desincentivar que se le considere junto con otra batería de políticas que incentiven el uso del transporte público sobre el privado, a diferencia de lo que se ha venido haciendo en la capital en los últimos años.

También se debe de eliminar la idea de que una gasolina cara es perjudicial para los capitalinos, ya que las externalidades negativas generadas por ésta son mayores a los posibles beneficios ocasionados por subsidios a los más ricos, contaminación y congestión vial.