Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

24 Jun, 2014

¿Qué conclusiones sacará usted hoy del desempeño de la Selección grande?

¿Ha mostrado interés en el desempeño en Brasil, de lo que merolicos y panegiristas interesados en engatusar —por no decir embrutecer— a millones de mexicanos, llaman la Selección grande? ¿Hizo caso de las tonterías que aquéllos profirieron acerca del recorrido triunfal que algunas selecciones harían el cual, la realidad ya echó por tierra?

Al margen de cuál haya sido su conducta —y cuál vaya a ser en los próximos días— frente a lo que pasa en Brasil, es evidente que algo flota en el ambiente que lleva, a no pocos, a desentenderse de la realidad actual de nuestra economía. Muchos son y serán los argumentos expresados para justificar y valorar positivamente, lo que consideran un estímulo del estado de ánimo nacional: seguir a la Selección grande. En cambio, pocos o muy pocos insistirán en que hoy —más que en años anteriores—, hay que prestar atención a la economía.

En los tiempos que corren, cuando el discurso oficial elogia incansablemente lo que no ha funcionado (y si nos atuviéremos a la evidencia desde los años 70 del siglo pasado en decenas de países, afirmaríamos que jamás funcionará), es claro que nos convendría —del tiempo e interés prestado y mostrado al campeonato en Brasil—, tomar un poquito para enterarnos de lo que pasa en el ámbito de la economía y su desempeño.

No se trata, por supuesto, que usted se convierta en especialista y emita sesudas opiniones en torno a las estrategias puestas en práctica por la actual administración; tampoco, que estudie finanzas públicas para señalar lo endeble —por no decir errado— de un conjunto de políticas públicas relacionadas, todas ellas, con el gasto y el nivel de endeudamiento público.

Simplemente se trataría, si empezare usted a prestar atención a la economía y su desempeño, de estar atento para que cuando las cosas se compliquen, esto no lo tome a usted —como coloquialmente se dice—, “fuera de la base”.

Cuando un contribuyente —o un agente económico privado— sigue con atención e interés el desempeño de la economía en la cual se desenvuelve, las posibilidades de una sorpresa desagradable se reducen. Al entender lo que pasa y enfrenta, podría ver lo que viene con una alta probabilidad de acertar. 

Por el contrario, si nada hiciere, podría repetirse la situación que reiteradamente hemos visto desde los años del presidente Echeverría a la fecha cuando, no pocos mexicanos perdieron su patrimonio; además, no pocos quedaron con una deuda que afectó —durante varios años—, la calidad de vida de ellos y los suyos.

Si esto lo hemos vivido una y otra vez  como digo, ¿por qué entonces esa renuencia a seguir la economía para estar atentos a su desempeño? ¿En verdad la estrategia de embrutecimiento colectivo —mediante el futbol, por ejemplo—, ha sido tan eficaz que nada nos hace dejar esa apatía?

Por ello pregunto, al margen del resultado de ayer, ¿bastaría un pésimo desempeño de la Selección grande para reconocer lo que realmente somos, y voltear al ámbito económico? Lo dudo; la experiencia de los últimos 15 o 20 años demuestra, sin lugar a dudas, que la labor de tanto merolico y no pocos panegiristas al servicio de ésta o aquella empresa ha sido muy eficaz.

Por eso acepto mi derrota; ¿qué queda entonces?, ¿esperar la debacle? Así parece.

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