:quality(75)/media/dinero/images/2014/06/palacionacionalex.jpg)
CIUDAD DE MÉXICO.- En el libro “Thinking in Systems: A Primer”, Donella Meadows, científica y escritora estadounidense, plantea la hipótesis de que el mundo se encuentra compuesto por distintos sistemas, cada uno regido por sus propias reglas y comportamientos. En un mundo estructurado de esa forma, lo fundamental para los hacedores de política es reconocer que provoca la ocurrencia de los distintos tipos de eventos con el fin de reducir la probabilidad de que ocurran los de carácter destructivo y alentar la ocurrencia los positivos.
Sin embargo, los distintos sistemas en el mundo están interrelacionados entre sí. Esto provoca que los cambios ocurridos en un sistema afecten al resto de sistemas, de forma positiva o negativa dependiendo del tipo de relación que exista entre ellos
Para mayor claridad, piénsese en un ejemplo relativamente sencillo. Cierto tipo de aires acondicionados (AC) analizan el estado termodinámico de una variable (esto es, la temperatura del ambiente) y con base en ello deciden si calentar o enfriar la habitación (según el nivel deseado por el usuario). El funcionamiento del AC actúa como un estabilizador de la temperatura en un ambiente afectado por los flujos de aire (por ejemplo, si alguna ventana se encuentra abierta). Es decir, el AC compensa las fluctuaciones que provoca en la temperatura una serie de variables externas, con el objetivo de mantenerle en la temperatura deseada por el usuario.
El problema radica en que la economía difícilmente puede ser entendida como un sistema de la simplicidad del descrito anteriormente. Esto debido a que las variables que influyen en ella son sumamente volátiles y muchas veces se encuentran determinadas de forma simultánea entre sí. Esto es, puede darse el caso de que el cambio en una variable afecte al resto de variables económicas, provocando un nuevo cambio en la variable que se “movió” inicialmente. El papel de estabilizador (del AC en nuestro ejemplo anterior) en el caso de la economía es la configuración institucional que sostiene a los mercados.
Este planteamiento puede ser utilizado para describir lo sucedido en la reciente crisis global. Para ello, sin embargo, es necesario explicar un concepto desarrollado en 1968 por el Premio Nobel de Economía James Tobin. Dicho concepto es la Q de Tobin y se refiere a la razón entre el precio de mercado del capital (maquinaria, construcciones, etc.) de una empresa y su valor en libros (es decir, el costo de remplazarlo). Mientras mayor sea dicha razón implican que el precio en el mercado financiero de los activos fijos de la empresa es mayor a su costo de remplazo, apuntando al surgimiento de una burbuja financiera.
En Estados Unidos dicha razón pasó de 0.40 en los ochenta a 1.80 en el 2000, justo en el momento en que la burbuja de las “empresas puntocom” comenzaba a desinflarse. En ese momento, los capitales invertidos en dicho sector se trasladaron al mercado inmobiliario, haciendo uso de un buen número de innovaciones financieras desarrolladas a partir de la liberalización del mercado financiero estadounidense en los años noventa. Como sabemos, ese proceso de traslado de capitales hacia el mercado inmobiliario tuvo como resultado el que varios agentes se volviesen insolventes y ocurriese la crisis sistémica de 2008.
Este proceso acabó en crisis en buena medida debido a que el gobierno fracasó en aminorar las asimetrías de información del mercado (es decir, fue incapaz de aclarar quién le debía a quién y cuál era la magnitud de esas deudas) y sobre todo en imponer límites a los riesgos tomados por los agentes claves en el sector (incluso los alentó a través de sus agencias inmobiliarias Fannie Mae y Freddie Mac).
En el caso mexicano, si bien el gobierno ha logrado estabilizar la inflación y otras variables de carácter nominal, el desempeño en términos de crecimiento ha sido francamente decepcionante en los últimos 30 años. Lo que se requiere es, retomando nuestro ejemplo del AC, elevar el objetivo de crecimiento y arreglar de tal forma al AC para que sea capaz de llevarnos a ese nuevo nivel objetivo. En el caso de la economía, lo que se requiere es que el gobierno modifique su forma de intervenir en la economía con el fin de lograr que la estructura de la economía mexicana sea capaz de sostener un mayor ritmo de crecimiento. Y además, es necesario hacer que la política económica sea capaz de contrarrestar los vientos fríos del norte que causan que la economía se estanque. Es decir, la política económica debe de tener como fin tanto incentivar el desarrollo económico como actuar como elemento contracíclico frente a fluctuaciones provenientes del exterior.
La reingeniería a la que debe de ser sometida la política económica debe de pasar necesariamente por una recuperación de un instrumento usado en el pasado: la política industrial. Debe de usarse a la banca de desarrollo como palanca para la innovación creando fondos exclusivos para el capital de riesgo, apoyo a la industria incipiente mediante patentes con una duración que convenga por un lado al emprendedor y por otro a un gobierno que represente los intereses de todos los ciudadanos. Debe de alentarse la vinculación entre los distintos sectores de la economía, con el fin de que el crecimiento de un sector repercuta de forma positiva en otro. Además, es necesario que la inversión pública en infraestructura se incremente, y sobre todo, que sea capaz de reducir las asimetrías que actualmente existen entre las distintas regiones del país. De no hacer estos cambios, nuestro AC será incapaz de elevar la temperatura del crecimiento económico.
*gl
