Luis Enrique Mercado

Perspectivas

Luis Enrique Mercado

8 Sep, 2014

El gran fracaso del crecimiento económico

Los últimos seis presidentes de la República, incluyendo a Enrique Peña Nieto, han tenido logros importantes, pero ninguno ha sido capaz de encontrar la manija para que la economía mexicana crezca lo suficiente para sacar de la pobreza a millones de mexicanos.

Las estadísticas revelan que los gobiernos priistas hasta el año 2000 consiguieron un crecimiento de 2.13% anual promedio; en los dos sexenios panistas el crecimiento fue menor, 1.85% promedio anual y en lo que va de este sexenio y suponiendo que este año el crecimiento sea de 2.7 por ciento, el promedio será de 1.9 por ciento por año.

Es decir, en materia de crecimiento, hay un fracaso estrepitoso como país.

Lo único que en realidad saca a los ciudadanos de la pobreza y eleva el nivel de vida en general de la población es el crecimiento económico. Y como no se ha logrado crecimiento económico, los diversos gobiernos han estructurado, por un lado, programas sociales más o menos eficientes para ayudar a que los pobres no la pasen tan mal aunque sigan en la pobreza; por otro, han canalizado recursos a diversos grupos para paliar también la falta de crecimiento: apoyos especiales a las organizaciones campesinas, presupuesto especial para grupos indígenas, presupuesto en favor de los discapacitados, las madres solteras o incluso a temas como cáncer servicio uterino o en favor de la equidad de género.

Mucho de ese presupuesto es verdadero desperdicio, cuando no, fuente de la que abreva la corrupción.

Pero con eso se ha tratado de hacer frente a la tragedia de que la economía mexicana tiene raquitismo y no crece.

La verdad es que no hay una solución mágica para lograr que las economías crezcan. En México, por ejemplo, ante la falta de respuestas al bajo crecimiento, Javier Beristáin Iturbe, quien fuera rector del ITAM, creó Grupo Huatusco, al que se invitó a todos los economistas que quisieran participar, para encontrar caminos para dinamizar la economía.

Luego de varias reuniones, no hubo un documento único, una receta de diez pasos, sino un sinnúmero de ideas para curar el raquitismo de la economía mexicana.

Pero no se puede ignorar que los gobiernos mexicanos han sido omisos en decisiones trascendentes en favor del crecimiento económico.

Por ejemplo, ningún gobierno en los últimos 40 años ha adoptado una agenda en favor de la competitividad; tampoco, ninguno ha lanzado una estrategia para elevar la productividad del país; menos aún se han comprometido en serio en un combate al burocratismo y a la discrecionalidad de la burocracia para crear e inventar trámites.

Es verdad que desde el sexenio de Salinas de Gortari existe la Comisión de Mejora Regulatoria, pero aun ahora, cuando menos 13 entidades del país no están comprometidas con ese esfuerzo  y en ellas se incluye al Distrito Federal.

En este gobierno se hizo un muy buen diagnóstico sobre la baja productividad de la economía; pero fuera de las reformas estructurales, no se ha hecho nada para responder a dicho diagnóstico.

Las reformas estructurales sin duda mejorarán la productividad y la competitividad de la economía, pero lo harán a mediano y largo plazos y si no se les acompaña con políticas públicas en favor de la productividad y la competitividad, su impacto será menor al esperado.

México no puede seguir con una economía que crece dos por ciento promedio anual y, al mismo tiempo, con programas sociales que sólo hacen que los pobres la pasen menos mal, pero no les abren la puerta para dejar de ser pobres.

El compromiso más importante que hizo Enrique Peña Nieto en su campaña por la Presidencia de la República fue hacer todo para lograr un crecimiento de cinco por ciento anual. Pero al parecer, en cuanto llegó a Los Pinos se olvidó del crecimiento o, cuando menos, pospuso el logro hasta 2018, cuando esté a punto de dejar la Presidencia.

Hasta el próximo lunes con nuevas… Perspectivas.

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