Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

20 Oct, 2014

#GamerGate

La última escena de la película Frost/Nixon (Ron Howard, 2008) recuerda que el principal legado del trigésimo séptimo presidente de Estados Unidos fue haber provocado que las últimas cuatro letras de la palabra Watergate sirvan para bautizar todo escándalo político y mediático. Gracias al actor Adam Baldwin, el sufijo renueva su vigencia para designar una enredada e incomprensible grilla que, como se diría en la jerga de los videojuegos, cada día va escalando peligrosamente de nivel.

Baldwin, de 52 años, se convirtió en el repentino activista de un movimiento espontáneo en internet que denuncia el supuesto contubernio entre creadores de videojuegos y prensa especializada, sugiriendo que las reseñas positivas a ciertos títulos serían patrocinadas por los propios desarrolladores. Para impulsar esta cruzada por la ética periodística creó el 27 de agosto el hashtag #GamerGate en Twitter, donde tiene cerca de 200 mil seguidores. Aunque su currículum como actor secundario incluye haber trabajado bajo las órdenes de Stanley Kubrick en Full Metal Jacket, Baldwin se ha dedicado desde hace varios años al doblaje de voz en juegos como Halo, Injustice y Batman: Arkham Origins.

Sin embargo, la prensa de referencia en Estados Unidos ha sugerido que, desde su origen, la controversia tiene en realidad un trasfondo misógino. Todo comenzó hace dos meses con el lanzamiento de Depression Quest, un desafío interactivo creado por la programadora Zoe Quinn, en la que el usuario interpreta a un paciente de depresión que debe resolver eventos cotidianos para mejorar sus relaciones personales, enfrentar su enfermedad y encontrar un tratamiento. Este título está disponible gratuitamente en la plataforma web Steam, que congrega a unos 100 millones de videojugadores en línea.

El problema surgió cuando un exnovio de Zoe, Eron Gjoni, escribió en su blog personal varias notas que pretenden balconear intimidades y supuestas infidelidades de la desarrolladora, pero que más bien revelan su molestia por la nueva relación sentimental que ella inició con Nathan Grayson, reportero de Kotaku, la página especializada en videojuegos del portal Gawker. Estas publicaciones fueron tomadas como pretexto para denunciar un probable conflicto de interés entre las actividades profesionales de Quinn y Grayson, aunque éstas sólo son insinuadas confusamente por Gjoni en su accidentada sintaxis.

Sin embargo, como bien dice el adagio: difama que algo queda. Aunque desde el 8 de agosto el editor de Kotaku, Stephen Totilo, aseguró enfáticamente que Grayson jamás ha escrito un sólo comentario positivo sobre Depression Quest, troles de internet dieron por cierta esa y otras versiones infundadas y, amparados en el anonimato, han inundado las redes sociales y los foros de discusión con insultos soeces y machistas, injustificables aun si las denuncias de corrupción hubieran resultado ciertas.

Y como ocurre en los pleitos de cantina de las películas, en las que un simple altercado entre dos personas se convierte en una bronca masiva, la cruzada de Baldwin se ha dirigido furiosamente contra la canadiense Anita Sarkeesian, impulsora del sitio Feminist Frequency, que desde hace años sistemáticamente denuncia los estereotipos contenidos contra las mujeres en los videojuegos, incluidos los aparentemente inocentes como Mario Bros y Ms Pacman. La bloguera entró a la polémica por haber acusado que varios de sus detractores han aprovechado #GamerGate para intimidarla.

Lo cierto es que el asunto ya rebasó los límites de la cordura la semana pasada, cuando Sarkeesian debió cancelar la conferencia que daría en la Universidad de Utah por el mensaje de un anónimo que amagó con provocar una matanza como la ocurrida en 1989 en la Escuela Politécnica de Montreal, que costó la vida a 14 mujeres (el caso llegó a la portada de la edición impresa de The New York Times el jueves 16). Días antes, otra desarrolladora, Brianna Wu, también promotora de una narrativa para los videojuegos más equilibrada desde una perspectiva de género, debió abandonar su casa tras haber descubierto en su timeline amenazas de muerte y violación, que ameritaron la intervención del FBI. En defensa de Sarkeesian y Wu, el comediante hollywoodense Seth Rogen se ha dedicado a denostar a Baldwin, a quien ha llamado idiota y le ha pedido en Twitter que deje de apoyar “esta estúpida causa”.

En algún sentido, la controversia pareciera llevar a la vida real uno de los tópicos planteados en la perturbadora película eXistenZ (David Cronemberg, 1999) en la que la actriz Jennifer Jason Leigh interpreta a Allegra Geller, la diseñadora de un juego de rol que transporta a sus participantes a un universo paralelo virtual, y que sufre un atentado a manos del integrante de una secta que propugna el realismo como dogma.

Más allá del desenlace de la trama de #GamerGate, discursos de odio como los que ha desatado lamentablemente dan argumentos a quienes siguen acusando a los videojuegos de ser una subcultura que sólo incuba violencia.
                *marco.gonsen@gimm.com.mx

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