Opinión del experto

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5 Nov, 2014

Poderosas reformas energéticas de México

Por MARTIN FELDSTEIN*
 

México está a punto de convertirse en la estrella económica de América Latina en la década siguiente. La reciente reforma del gobierno al sector energético contribuirá directamente en el desempeño económico al reducir el costo de fabricación.

En el contexto del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el alza de la competitividad de producción promete aumentar sustancialmente el crecimiento de México.

Hasta que el gobierno aprobó la enmienda constitucional necesaria y promulgó la legislación favorable asociada, el sector energético de México era completamente de propiedad estatal. El componente más importante del sector, Pemex, poseía todas las reservas de petróleo y gas de México y era exclusivamente responsable de la exploración, producción y distribución minorista. La producción y distribución de electricidad, también, estaba por completo en las manos del gobierno.

Los limitados conocimientos técnicos de Pemex significaban que no podía desarrollarse plenamente y explotar los vastos recursos de petróleo y gas de México. Hay reservas de petróleo sustanciales que requieren la tecnología de perforación en aguas profundas de la que la empresa carece. También existen viejos pozos que han dejado de producir, pero que pueden hacerse productivos de nuevo con tecnologías modernas. Y existen yacimientos de gas y petróleo potenciales que se pueden aprovechar sólo con las nuevas tecnologías de perforación horizontal y fracturamiento hidráulico.

Hasta la reforma, las reservas energéticas se habían considerado desde hace mucho como patrimonio nacional que únicamente podía desarrollarse por Pemex. Debido a que la Constitución prohibía cualquier propiedad extranjera directa o indirecta, no había manera de proporcionar incentivos a las empresas extranjeras para compartir su tecnología. Pero esa tecnología extranjera ofrecía tales ganancias significativas potenciales que el presidente Enrique Peña Nieto fue capaz de reunir una mayoría en el Congreso mexicano para enmendar la Constitución y aprobar la legislación que atraerá empresas energéticas extranjeras al país.

Abrir el sector energético completa la agenda de integración económica que comenzó cuando se aprobó el TLCAN en 1994. Ese tratado transformó a México de una economía muy cerrada con pocas exportaciones de fabricación en una economía que ahora está ligada de cerca con Estados Unidos. La expansión de la producción mexicana de petróleo y gas consolidará aquellos vínculos y contribuirá a la independencia de energía norteamericana.

Las exportaciones de productos manufacturados han incrementado diez veces desde que comenzó el TLCAN, con aproximadamente 80% destinadas actualmente a EU. Muchas empresas multinacionales estadunidenses han ubicado plantas en México como parte de su proceso de producción global, que está estrechamente vinculado a los insumos de origen nacional. De hecho, las relaciones de producción entre la Unión Americana y México son tales que alrededor de 40% del valor agregado de las exportaciones mexicanas a EU en realidad son de origen estadunidense.

La nueva reforma energética también permitirá que México se beneficie de gas a menor costo proveniente de Canadá. El precio del gas en EU y en Canadá es de sólo la mitad del precio actual en México (y menos de la mitad del precio en Europa y Asia). El acceso mexicano a gas más barato impulsará las industrias petroquímicas mexicanas y disminuirá los costos de energía para producción. Los expertos estiman que el costo de la electricidad para los productores mexicanos puede caer hasta 20 por ciento.

La privatización de Pemex y la compañía nacional eléctrica también permitirá que gerentes profesionales capacitados reemplacen a los burócratas estatales y a poner fin al papel fundamental de los sindicatos en los procesos de gestión. Por otra parte, la privatización eliminará las restricciones a la inversión que el presupuesto del gobierno ha impuesto a Pemex y la compañía eléctrica.

Incluso antes de las reformas del sector energético, México había estado persiguiendo políticas macroeconómicas sólidas durante un periodo de tiempo considerable. Como resultado, el país se ha beneficiado de la baja inflación, pequeños déficits fiscales y déficits de cuenta corriente manejables. Y, aunque México cuenta con un régimen de tipo de cambio de flotación libre, el valor del peso frente al dólar se ha mantenido estable.

Nada de esto es para negar que México debe confrontar aún otros problemas significativos. Por ejemplo, la educación primaria y secundaria necesita mejorías que los sindicatos de maestros están bloqueando y la actividad criminal, mucha de ésta relacionada con el narcotráfico, hace de la seguridad personal un motivo serio de preocupación a lo largo del país.

Sin embargo, a pesar de dichos problemas, las reformas energética y eléctrica y los vínculos más profundos con EU y Canadá que implican, prometen acelerar la tasa de crecimiento de México, impulsar el empleo y el ingreso y, así, elevar el nivel de vida de los mexicanos.

*Profesor de economía en Harvard.
Fue presidente del Consejo de Asesores Económicos del Presidente Ronald Reagan
y presidente de la Oficina Nacional de Investigación Económica.

 

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