Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

27 Ago, 2015

¿Hay remedio a lo que enfrentamos? ¡Por supuesto! ¿Cómo, y con qué?

Las complejidades actuales de la situación económica mundial y los efectos negativos que se han dejado sentir han exhibido, otra vez, la fragilidad de la economía mexicana, y las limitaciones de no pocos integrantes de la clase política para entender causas y con base a dicho entendimiento, diseñar políticas públicas adecuadas y llevarlas a la práctica a la brevedad, y de la manera más efectiva posible.

Para nadie es un secreto, que buena parte de la explicación de nuestro sempiterno estancamiento (Que durará siempre; que, habiendo tenido principio, no tendrá fin), radica en un número no menor de obstáculos estructurales y en otros muchos, de índole diferente.

Estos últimos, si bien no son estructurales sino políticos e ideológicos, no desmerecen en cuanto a la responsabilidad en el atraso y el estancamiento frente a los primeros; incluso afirmaría, que en algunos temas específicos, constituyen la causa principal de que veamos como real imposibilidad, concretar los cambios que son imperativos y urgentes.

Ante la magnitud y gravedad de lo que enfrentamos, no es infrecuente escuchar opiniones que plantean la imposibilidad de corregir la situación que no de hoy, sino desde hace decenios, parece aplastarnos; la dimensión de no pocos obstáculos estructurales y el costo político de enfrentarlos, diseñar soluciones y aplicarlas con firmeza, a muchos les parece, como dije, una tarea imposible.

Sin embargo, hay una pregunta a la que debemos, antes de cualquier otra cosa, dar respuesta; es la primera del título: ¿Hay remedio a lo que enfrentamos? La respuesta obligada y además, cierta, sigue en el título a la pregunta planteada: ¡Por supuesto!

Si no estuviéremos convencidos de la viabilidad de la solución, como primer paso obligado en el proceso de dar solución a nuestras dificultades, mejor sería no meternos en el asunto. De ahí pues, antes de todo lo demás, que debamos convencernos de la viabilidad de la solución de dificultades y problemas estructurales que parecen haber sido compañía permanente, desde hace decenios, de los mexicanos y el país entero.

Hoy, si fuéremos objetivos, habría que aceptar que lo que abunda en todos los aspectos, son los problemas, las dificultades y los obstáculos que a no pocos parecen imposibles de remover. Como contraparte, hay una escasez ya peligrosa: la de mexicanos convencidos de que es posible y viable –así como obligado–, enfrentar y resolver problemas y dificultades, y remover los obstáculos que impiden el crecimiento económico y por ende, la reducción de la pobreza y la marginación de millones de mexicanos.

Si usted estuviere de acuerdo conmigo en que es viable enfrentar y resolver todo aquello que nos impide crecer, las preguntas siguientes son las que constituyen la parte crítica de la solución: ¿Cómo?, y ¿Con qué?

Desde hace decenios, la clase política y casi todos los mexicanos sin distingo alguno, nos hemos concentrado en definir los qué; qué queremos ser, qué queremos tener, qué merecemos, etc. Sin embargo, cuando hay que entrar al cómo y al con qué, reculamos y nos refugiamos en nuevos qué.

¿Le parece que sigamos con el tema, el martes próximo?

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