Edgar Amador

Edgar Amador

14 Sep, 2015

La Fed no subirá sus tasas (esperen, a lo mejor sí)

Esta semana los bancos centrales de Suiza, Japón y los Estados Unidos se reúnen para decidir, cada quien por su parte, el destino de sus tasas de interés de corto plazo. Aunque las decisiones de los suizos y los japoneses son importantes, y ambas economías en su caso podrían recibir una nueva ronda de estímulos por parte de sus bancos centrales, la decisión que verdaderamente importa es la que la Fed anunciará este jueves, cerca de la hora de la comida en la capital mexicana.

Los mercados de futuros de las tasas de fondos federales, que incorporan las expectativas de los inversionistas respecto de la decisión de la Fed, muestran que la probabilidad de un incremento, luego de un par de semanas frenéticas en los mercados financieros, es de sólo 24%. En efecto, a la evidencia de que el crecimiento en China es sensiblemente menor al que se esperaba, la recesión en Brasil, la persistencia del estancamiento en Europa y Japón, se añadió un reporte de empleo del mes de agosto en Estados Unidos que mostró un dinamismo menor al esperado, a pesar de una reducción en la tasa general de desempleo.

El sesgo de la economía global es a la baja, ponderado fuertemente por alarmantes señales de deterioro en China. Las exportaciones de ese país cayeron 14% en agosto por ejemplo, y los datos de este domingo reportaron contracción de nuevo en su sector manufacturero. En Europa, Mario Draghi, el presidente del Banco Central Europeo, advirtió de la posibilidad de deflación en los índices generales de precios y en EU (y en México) la inflación se encuentra en mínimos multianuales.

Todo parece indicar que el mundo espera, pero, sobre todo, necesita que la Fed no mueva sus tasas de interés en su reunión de miércoles y jueves. Pero lo que el mundo necesita no necesariamente es lo que la Fed vaya a hacer, y existen un par de argumentos poderosos para suponer que la Fed podría montar sus réditos de referencia.

El primer argumento se basa en la consistencia de la política monetaria: durante casi todo el verano los funcionarios de la Fed comunicaron de manera clara a los mercados que las tasas de interés aumentarían, y un alza en septiembre estaba telegrafiado. Tan estaba incorporado en el mercado que varios sectores del mercado de crédito, y un conjunto de diferenciales de tasas ya han remontado a sus máximos de cinco años, cuando las tasas aún no estaban en cero.

Si a pesar de haberlo comunicado, y de que el mercado le haya creído el alza, la Fed no remonta sus réditos, muchos se sentirán engañados y no le volverán a creer a la próxima.

Hay muchas frases muy buenas respecto de lo difícil que es ganarse la confianza de alguien y lo fácil que es perderla. Todas ellas aplican a la Fed en esta coyuntura. Si luego de meses de comunicarlo y convencer al mercado de su inminencia, si al final la Fed no sube, no será fácil que le crean la próxima vez que quiera subir los réditos.

No sería extraño entonces que la Fed, ante el delicado balance entre una economía estadunidense con síntomas de fuerza y bajo desempleo y una economía global en el borde del estancamiento, decida remontar el costo del dinero para ser consecuente con sus señales previas.

Si la Fed sube para ser consecuente y mantener su credibilidad, seguramente dirá de manera muy explícita que dicho incremento será único y que no volverá a subir a menos que las condiciones de inflación y crecimiento no lo ameriten. Si logran comunicar que el alza de las tasas de interés es de una sola vez, y que no es el inicio de una tendencia de alza, sino que, de requerirle, podrán actuar incluso del lado del estímulo, el mercado puede incluso premiar a la Fed al lograr la consecuencia sin dañar demasiado los precios relativos de los tipos de cambio.

Y este tema es el segundo argumento. Siempre que llega una recesión, la Fed y los bancos centrales lo que típicamente hacen es bajar las tasas de interés para reactivar la economía. Pero si las tasas de interés están en cero, ¿qué harán la Fed y los otros bancos centrales si llega una nueva recesión? La última recesión en los Estados Unidos ocurrió hace seis años.

El plazo promedio entre una recesión y otra en la economía vecina es justo seis o siete años. Es decir, al menos estadísticamente la probabilidad de una recesión crece día con día. Si ésta llega, la Fed deberá recortar sus réditos para estimular la demanda. Pero, ¿cómo bajarla si la tasa está en cero? El banco central de Suiza ya ha establecido tasas negativas. La Fed quizá quiera tener al menos un cuarto de punto como margen de maniobra antes de entrar en el fangoso terreno de las tasas negativas.

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