Edgar Amador

Edgar Amador

2 Nov, 2015

La resignación a la volatilidad

A los economistas les tomó un largo tiempo pensar en los mercados financieros: ¿cómo se forman allí los precios?, ¿por qué varían tanto?, ¿es posible predecirlos?, ¿qué tanto importan para el resto de la economía?

Quizá una de las razones para esa tardanza fue que pocos economistas invirtieron en activos financieros y, aquellos que lo hacían, no tenían una carrera académica relevante que aportara al desarrollo de la disciplina.

Una gran excepción fue precisamente Keynes: el brillante economista británico era, además, un agresivo especulador y su récord como inversionista es espectacular. El portafolio de Keynes tuvo un retorno muy superior al promedio del mercado, y si Keynes no hubiera muerto, hoy sería uno de los más renombrados inversionistas del mundo.

Dentro de la economía de Keynes se encuentra claramente un entendimiento detallado de los mercados financieros; de la agresiva violencia con la que a veces se comportan; del comportamiento de manada que les subtiende y que las empuja a las burbujas y, sobre todo, del rol de las expectativas en el diseño de la economía y de los mercados y la incertidumbre que esto implica.

La influencia de los mercados financieros sobre la economía es hoy tan evidente, que no debería de haber sombra de duda en este aspecto. No reconocerlo le costó a este país muchísimo en el pasado. Hubo un Presidente, aún vivo, que dijo, en el colmo del absurdo: “La economía se maneja desde Los Pinos”.

La economía se maneja desde ese lugar abstracto, misterioso y difícil de comprender, que son los mercados financieros: su impacto sobre la economía es tan grande que yo no entiendo cómo en la currícula de la mayoría de las escuelas de economía su estudio merece apenas un rol marginal y anecdótico. Allí se determinan el tipo de cambio y la tasa de interés; allí se fijan los montos de financiamiento para gobiernos y empresas; allí se forman las expectativas que van a enmarcar el actuar de gobiernos y políticos.

¿Cómo son esos mercados que son absolutamente cruciales para el funcionamiento de la economía y la política pública?

Ni siquiera sobre eso existe consenso entre los economistas, pero platiquemos aquí sobre algunos aspectos.

Lo más importante de todo: son impredecibles. Tratar de adivinar cómo van a reaccionar, qué humor los controla, qué precio van a ponerle a una noticia esperada, es imposible. La incertidumbre es casi completa y es muy importante que los funcionarios económicos comprendan ese aspecto: la incertidumbre y el riesgo son el rasgo ineludible de los mercados financieros. No hay mucho que podamos hacer allí.

Y es allí en donde empieza lo complicado. Los mercados son inciertos y volátiles. ¿Pero qué tanto?, ¿son inciertos volátiles como un cubilete o un volado?, ¿o son volátiles como la turbulencia del aire y de los mares?

Las últimas preguntas pueden formularse de la siguiente manera: ¿las variaciones en los precios de las acciones y de los bonos son suaves, varían algunas décimas de punto o, si acaso, unos muy pocos puntos cada sesión?, ¿o variaciones porcentuales agudas son frecuentes? Vean a Volkswagen, vean a Homex, vean a ICA, vean a Apple, vean al peso mexicano que ha tenido que ser apoyado por la venta de reservas para suavizar las variaciones de las últimas semanas, igual que la mayoría de las monedas de mercados emergentes.

Los primeros economistas que formalizaron el análisis de los mercados financieros, agrupados en la Hipótesis de Mercados Eficientes (HME), produjeron un avance gigantesco en nuestra comprensión de los mercados financieros. Nos enseñaron que, efectivamente, los mercados son inciertos y erráticos, y nos enseñaron que la paciencia y el manejo del riesgo deben ser no únicamente herramientas de todo inversionista, sino cualidades de todo funcionario financiero.

Pero una y otra vez los mercados han mostrado que la HME no es suficiente: los mercados son más erráticos y volátiles que lo que la HME acepta, son más salvajes y volátiles de lo que se estipula en los modelos, y eso tiene consecuencias profundas sobre la formación de precios y el diseño de políticas. Miren si no al mercado petrolero, a los mercados de materias primas y a los mercados de China. Variaciones agudas y no suaves son mucho más usuales de lo que se cree, y debemos de preparar a los individuos y a las instituciones para que esa volatilidad aguda sea una compañera constante en los próximos meses y seguro en los próximos años.

Síguenos en Twitter @DineroEnImagen y Facebook, o visita nuestro canal de YouTube