Adina Chelminsky

Aprendiz de brujo

Adina Chelminsky

13 Nov, 2015

La responsabilidad es mía… y otras duras realidades de las finanzas para emprendedores

Bien dice el dicho que desde que se inventaron los pretextos se acabaron los idiotas. Y nada más real en el campo de las finanzas de los negocios. Frases como “las comisiones del banco son muy caras”, “es que no me explicaron bien qué era el forex y perdí todo”, “yo no quería la tarjeta, pero me convencieron”, son el acabose de la planeación financiera. Puede ser que seamos los más sofisticados en cuestión de números y conceptos financieros o que seamos los más duchos en nuestro ramo o conocimientos técnicos, pero sigue habiendo algo que nos falta para poder maximizar la riqueza de nuestra empresa.

Cuando estamos buscando cómo y dónde invertir o los tipos de créditos a solicitar, muchas veces, nos enfocamos exclusivamente en los aspectos estratégicos de las decisiones (las tasas, los plazos, las monedas...), y nos olvidamos de una parte igual de importante: los aspectos operativos de nuestras inversiones, los contratos que respaldan nuestras cuentas.

Muchas veces se nos olvida que al firmar un contrato con cualquier institución bancaria o bursátil, sea de inversión o de crédito, entramos en un convenio en donde asumimos derechos y responsabilidades. Es fundamental que, con la misma atención que ponemos en encontrar el fondo de inversión perfecto, o la hipoteca más barata, analicemos los particulares de los contratos para evitar conflictos futuros y, en caso de que se presenten, solucionarlos de la manera más sencilla posible.

He aquí 10 puntos operativos fundamentales que debes tomar en cuenta y que es tu responsabilidad seguir. Contratos claros, negocios duraderos:

1.- Empieza por definir con quien quieres trabajar. Esta premisa suena redundante, pero es vital. Decide si quieres trabajar con una institución que ofrezca una amplia gama de productos o una que se especialice en un tipo en particular (como una administradora de sociedades de inversión, una institución de crédito automotriz); piensa, también, cual es el grado de asesoría (o apapacho) que necesitas ¿Una institución que te dé más asesoría?, ¿una que te dé menos? ¿Qué te conozcan por nombre?

2.-Compara, compara y, una vez más, vuelve a comparar. Una vez que sepas que es lo que necesitas, acércate a las diferentes instituciones y analiza cuál es la que mejor te puede ofrecer lo que buscas. Verifica la seriedad y el trayecto de la empresa y el interés que ella tiene en que seas su cliente. La calidad del servicio que proporciona una institución es igual de importante que los productos que ofrece. Por más pequeño que sea el monto que vas a invertir, o por más necesitado del crédito que vas a solicitar, tú eres el cliente y mereces un trato interesado y personalizado.

3.-Nunca firmes nada antes de leer y entenderlo. Un contrato no es sólo un papel, es un documento legal. Usar como pretexto frases como “es que no entendí”, no te exime de responder a las condiciones aceptadas y a las obligaciones contraídas. Cualquier persona de tu empresa que trate con el banco, o cualquier institución financiera, debe tener este concepto tatuado.

4.-El burro no es el que pregunta, sino el que se queda con la duda: Tal y como nos decían en la escuela, busca que respondan tus dudas, por más triviales que parezcan, hasta quedar completamente satisfecho. Jamás aceptes en respuesta expresiones como “eso no importa” o “lo vemos después”.

5.- Sólo lo escrito es válido: Todo lo que platiques con el asesor financiero debe de estar incluido por escrito en el contrato que vas a firmar. No debe existir diferencia entre lo que te han ofrecido verbalmente y lo que está plasmado en el texto.

Recuerda que entre más cuidadoso seas a la hora de elegir un crédito o una inversión y asumir las responsabilidades correspondientes, más probable será que las aproveches al máximo.

La próxima semana continuamos con el resto de las recomendaciones.

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