Adina Chelminsky

Aprendiz de brujo

Adina Chelminsky

18 Dic, 2015

Ni tanto que queme al santo ni tanto que no lo alumbre

Decía Steve Jobs (mejor conocido en el mundo de los negocios como San Steve, santo patrono de las start-ups, la creatividad y la teoría de la disruptividad):

“No hace sentido contratar a gente brillante y decirle qué hacer; nosotros contratamos a gente brillante para que ellos nos digan qué hacer.”

Vivimos en un mundo de mensajes encontrados.

En la teoría de los negocios tradicionales (en donde los mejores administradores, muchas veces, son ingenieros) hemos aprendido que las reglas y procesos son indispensables para darles forma y estructura a los negocios y para aumentar la productividad.

Por otro lado, el mantra de los nuevos negocios es que “las reglas no existen”. Empresas como Google nos han enseñado que los ambientes de trabajo relajado, con tiempo libre y una actitud Montessori, es lo que funciona. Ambientes en donde no hay horarios, en donde la gente puede decidir, por lo menos en una parte grande de su tiempo, a qué se dedica y en dónde la estructura vertical de mando es más bien una sugerencia, todo esto con el fin de tener empleados felices que, por ende, sean más productivos.

¿Para los pequeños negocios qué es lo que aplica? El modelo tradicional o el modelo Montessori… El apego a reglas y procesos o el dar rienda suelta a la creatividad. ¿Cuál es la clave del éxito? ¿Podemos darle rienda suelta a nuestro personal y esperar mejores resultados o la falta de reglas y procesos genera una anarquía?

Hay grandes empresas que flexibilizan el ambiente de trabajo para ciertas áreas… sin embargo en negocios pequeños esto es imposible. Todas las áreas están, generalmente, juntas por lo que aplica para un departamento tiene que aplicar para todos.

Suena muy tentador y utópico para los nuevos negocios crear ambientes de trabajo no tradicionales, omitiendo ciertas reglas. La pregunta —que determinará el éxito— no es si debe hacerse o no, sino, en todo caso, cómo hacerlo:

1.- ¿Quién lo hace? O sea el tipo de jefe al mando (léase, cual es TU personalidad). Hay jefes o dueños de negocios que tienen el carácter para flexibilizar el ambiente de trabajo, hay otros que no. Por más “popular” que sea esta idea, sé sincero contigo mismo y pregúntate si tú eres de las personas que van a tener la capacidad, el temple y la paciencia para dirigir un equipo así.

2.- ¿A quién? O sea: a quienes son tus empleados. Hay industrias en las que un ambiente de trabajo flexible es más común que en otras, hay empleados para quienes la flexibilización es una escalera para la productividad y no una resbaladla para la flojera. Analiza bien si tus empleados van o no a prosperar con un esquema más flexible.

3.- ¿En qué? Hay ciertas prestaciones más flexibles que, indudablemente, tienes que considerar ya que están comprobados como efectivos (por ejemplo, permisos de maternidad más allá de los marcados por la ley). Sin embargo, no es cuestión de todo o nada. Empieza haciendo ciertos cambios, poco a poco, y ve cómo funcionan.

4.-¿Cómo? El tener un ambiente de trabajo flexible no implica, en lo más mínimo, que no existan reglas, responsabilidades y rendición de cuentas. Al contrario, sólo en la manera en que estas sean claras y entendidas el sistema puede funcionar.

Más allá de reglas de conducta individual enfócate en reglas que promuevan la cooperación*.

*No dejes de ver esta plática de Ted en donde Yves Morieux habla sobre “cómo demasiadas reglas en el trabajo evitan que tengas resultados”.

https://www.ted.com/talks/yves_morieux_how_too_many_rules_at_work_keep_y...

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