Carlos Velázquez

Veranda

Carlos Velázquez

5 Ene, 2016

Blanco y los “grupos delincuenciales” de Morelos

Si la llamada Carretera del Sol, que conecta a la Ciudad de México con Acapulco, ha sido una especie de “seguro de vida” para el destino de playa que colocó al país en el mapa mundial de este segmento turístico; ahora enfrenta riesgos, debido a la descomposición social en Morelos.

Una situación que está pasando del folclórico escenario en donde un exfutbolista famoso, Cuauhtémoc Blanco, triunfó en la contienda para presidente municipal de Cuernavaca, no sólo la capital de Morelos sino la ciudad más importante en el trayecto a Acapulco; a un distanciamiento real entre éste y el gobernador Graco Ramírez.

El mejor resumen de esta situación la hizo el propio Ramírez a través de su cuenta de Twitter: “Me reuní con Cuauhtémoc Blanco, fue una reunión difícil por su manera de actuar, pero le ofrecimos todo el apoyo para su seguridad.

“Detrás de Cuauhtémoc Blanco hay personas que quieren aprovechar su inexperiencia para que grupos delincuenciales se instalen en #Cuernavaca.

“No vamos a permitir que grupos delincuenciales vuelvan a #Cuernavaca, como lo hicieron en pasadas administraciones”.

Más allá de la gravedad misma de que el presidente municipal de la capital de Morelos sea vinculado por el propio gobernador a “grupos delincuenciales”, esto es otro golpe más a la imagen de Cuernavaca que, de hecho, ya debería ser un caso de estudio para un posgrado de negocios.

Y es que la “Ciudad de la eterna primavera” ha pasado de ser uno de los sitios más chic de México, a una urbe peligrosa y caótica; no obstante, a lo cual ha logrado sobrevivir turísticamente gracias a sus bodas y celebraciones de fin de semana.

Pero ahora Ramírez ya está tomando medidas de emergencia, como el decreto del Mando Único en Morelos, cuyo detonador fue, además, el asesinato de la presidenta municipal de Temixco, Gisela Mota.

No es extraño que la dirigencia nacional y los gobernadores del PRD hayan salido a respaldar públicamente a Ramírez, pues existe el riesgo real de que la violencia escale en Morelos. Aunque es kafkiano que, además, Blanco, por inexperiencia, negligencia o dolo, esté abriendo la puerta para generar más caos a través de un conflicto entre dos niveles de gobierno. Pero, además, no hay que olvidarse de Guerrero, un estado que tuvo un buen fin de año medido por la afluencia de turistas y en donde existen elementos esperanzadores tras la llegada al poder del gobernador Héctor Astudillo.

Hace unos días un comensal llegó al famoso restaurante Las Mañanitas, en Cuernavaca, y mientras admiraba el jardín le dijo a su hijo: “Mira qué belleza, es el ambiente que se respira aquí después de que ese gran futbolista, don Cuauhtémoc Blanco, llegó a gobernar esta ciudad”. “No se burle de nosotros”, le reclamó una señora que escuchaba desde una mesa contigua, “si quiera ténganos un poco de caridad”. El papá le dijo con amabilidad: “Sí, tiene razón, pero ustedes votaron o dejaron que votaran por él”.

Argumento democrático, aunque la ley prevé opciones si es que Blanco sigue poniendo en riesgo a Morelos y a Guerrero también.

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