Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

7 Ene, 2016

¿Sobrevivirá Pemex a tanto problema? ¿Si lo hiciere, qué quedaría de él?

Este martes, el precio del Barril de la Mezcla Mexicana de Petróleo (BMMP), cerró en 26.26 dólares. (A la hora que escribo esta colaboración, el WTI había caído 2.00 dólares y el Brent 2.20; estas reducciones en el precio de los dos crudos marcadores, muy posiblemente llevaron el precio del BMMP a cerrar —ayer miércoles—, muy cerca de los 25.00 dólares.

Este precio, si nos atenemos a información reciente de Pemex, rondaría el costo promedio de extracción por barril lo cual, para agravar lo grave, nos colocaría en una situación que no admitiría retrasos en la respuesta: ¿Qué hará Pemex, en caso de que el precio de venta del BMMP caiga por debajo del costo de extracción?

A lo anterior habría que sumarle, para tener una visión más clara del futuro de México como jugador importante en el mercado petrolero, la decisión de Arabia Saudita de reducir aún más el precio del barril de petróleo a sus clientes en Europa, para no ceder espacio alguno en lo que considera sus mercados, y la casi certeza de la oferta de Irán de una cantidad cercana a los 500 mil barriles diarios de petróleo en unos cuantos meses.

Por si faltare algo para completar la delicada situación en la que se encuentra Pemex, deberíamos agregar la eliminación por parte del Congreso de Estados Unidos de la prohibición, a empresas de ese país, a exportar crudo.

¿Qué más necesitaríamos agregar para demostrar, que la única salida que parece haber para Pemex, es su liquidación y constituir una verdadera petrolera? ¿Los pasivos laborales prácticamente sin control y la excesiva y elefantiásica nómina, y las perspectivas —negras como el petróleo—, para los próximos años? ¿Faltaría la corrupción, constante histórica en esa empresa productiva del Estado? ¿O el Contrato Colectivo de Trabajo el cual, lejos de ser un instrumento central para lograr la elevación de la productividad y el uso óptimo de los recursos, es simplemente el principal obstáculo para ello?

A lo anterior, y a tantas cosas más que operan en contra de la viabilidad de Pemex, habría que agregar la decisión del gobierno federal que llevó a Pemex, aun cuando a esto pareciere cosa de locos —producto de la soberbia y un encontronazo de egos más que a la racionalidad en el uso de los recursos—, a un debilitamiento muy grave. Esto último, por la posposición indefinida de medidas de racionalización administrativa debido al miedo que tiene aquél, a la reacción del Sindicato y su dirigencia.

Hoy, los datos duros lo dejan ver con claridad: Pemex está muy lejos de ser una verdadera empresa petrolera; las decisiones del gobierno federal —aprobadas por el Congreso—, dejan ver que su única prioridad es mantener a Pemex con vida artificial porque, lo necesita como instrumento para beneficiarse de las coberturas petroleras pues lo obtenido, le permite financiar una parte del gasto público el cual, crece sin control alguno.

¿Qué va a quedar de Pemex cuando lo cerremos? ¿Sólo fierros oxidados e inservibles, y un pasivo laboral que dañará, aún más, nuestras débiles finanzas públicas? ¿Les importará esto a los que sólo ven el aquí y el ahora, y las elecciones de este año?

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