¿Pueden los bancos centrales rescatar a las bolsas mundiales?

Los mercados bursátiles están en un punto crítico, y en este momento, los soportes que hubo en 2015 parecen vulnerables. Por tanto, los redentores de siempre, la Reserva Federal y el Banco Popular de China, cuentan con menos capacidad para poder rescatarlos.
Economía -
Las bolsas mundiales están en un punto crítico. Foto: Especial
Las bolsas mundiales están en un punto crítico. Foto: Especial

CIUDAD DE MÉXICO.- Estamos en el mismo punto que a finales de agosto, y con los mismos ingredientes: la depreciación del yuan y el desplome de la Bolsa de China, el derrumbe de las cotizaciones del petróleo y la incertidumbre con la Fed. Ese coctel provocó un descalabro de los mercados en agosto, y el mismo menjurje ha provocado una masacre en las Bolsas globales a principios de este año.

Tanto que, como decimos, estamos en el mismo punto que a finales de agosto, niveles sicológicos clave, soportes fundamentales que, en caso de ser resquebrajados, pueden poner a los mercados en caída libre y derrumbarse, en un santiamén, otro 10 por ciento.

La diferencia es que si en agosto pensábamos que tanto la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) como el Banco Popular de China podían acudir al rescate de los mercados y hacerlos resurgir, tal y como argumentamos en este sitio (“Se hunden las Bolsas mundiales, ¿vendrá un rebote?”) ahora no estamos tan seguros y nos tememos que la situación se puede ir de las manos. 

 

Punto de inicio

Veamos primero el punto exacto en el que estamos. El viernes, el Shanghai Composite cerró en los 2,900.97 pts, el nivel más bajo desde finales de 2014. Por tanto, esa marca rompe el nivel de cierre más bajo de 2015 (2,927.29 pts), aunque todavía está ligeramente por encima del mínimo intradía del año pasado (2,850.71 pts). En consecuencia, el Shanghai Composite está asomado al mismísimo precipicio, y en medio de vientos huracanados: las ventas en la bolsa de China son tan rápidas y contagiosas que ni las masivas compras de los poderosos fondos soberanos chinos están logrando estabilizarlo. El Shanghai se ha despeñado 43.8% respecto a su máximo de junio, y un 20.6% frente al nivel más alto que tocó apenas el 22 de diciembre, los 3,651.77 pts, por lo que es un mercado “bear” o bajista en toda regla, definido como un descenso de más del 20% respecto a su máximo reciente.

Imagen intermedia

 

Wall Street también se encuentra en una tesitura delicada. El viernes terminó la sesión en los 1,880.33 pts, por lo que logró conservar el mínimo de agosto (1,867.61 pts). Pero en los peores minutos de la sesión se fue hasta los 1,857.83 pts, por lo que llegó incluso a romper el mínimo intradía del verano pasado, quedándose completamente a la intemperie. Afortunadamente, logró sacar fuerzas de flaqueza y reconquistar esos soportes antes de que acabara la sesión, lo que da un ligero respiro al S&P 500. Con el cierre del viernes, el S&P 500 se ha dejado un 11.8% respecto a su récord de mayo, por lo que está en territorio de “corrección”, entendido como una caída de más de 10% respecto a su máximo reciente.

 

Pero si las poderosas empresas del S&P 500, ésas que son emblemáticas, de gran tamaño y que son referencia para sus sectores, aún logran salvar los mínimos de agosto, no es el caso para empresas de menor capitalización de mercado. El índice Russell 2000, que incluye a empresas más chicas, despedazó la semana pasada los soportes del verano. Si a finales de septiembre el Russell 2000 tocó un mínimo de 1,083.91 pts, lo que ya implicaba un mercado en “corrección” con una caída de 16.3% respecto a su máximo de mayo, el viernes pasado acabó en los 1,007.73 pts, lo que no sólo destrozaba el mínimo del año pasado, sino que además, con un derrumbe de 22.3%, es ahora un mercado bajista. Pero además, su comportamiento es digno de un “bear”, pues en cada rebote cada vez salta más bajo y en cada recaída cada vez se sumerge más.

 

¿Qué se puede hacer?

Por tanto, la situación es crítica, y debería ser el momento de que tanto la Fed como el Banco Popular de China reaccionaran, tal y como hicieron durante el verano, para ir al rescate de los mercados, y tratar de detener la masacre antes de que se les vaya de las manos. Sin embargo, esta vez somos menos optimistas de que vaya a funcionar, y nos tememos que los soportes del verano serán derribados. Entonces sí, con los mercados en medio del vacío y en tanto buscan un nuevo piso, tanto Wall Street como la Bolsa de China pueden darnos más sustos que se propagarán a los mercados globales.

La Fed, por supuesto, tratará de activar el “put de Greenspan”, que es lo que mejor sabe hacer. El “put” de Greenspan significa que, cuando la situación de los mercados se pone fea, la Fed inyecta liquidez a mansalva en el sistema: recorta las tasas y abarata el precio del dinero hasta casi regalarlo. De este modo, la calma se restaura en los mercados y vuelven a trepar. Por tanto, es un seguro para los inversionistas, que saben que cada vez que pueden sufrir una hemorragia de pérdidas, la Fed acudirá en su ayuda.

Pero, ¿cómo recortar las tasas de interés cuando apenas las acaban de subir y han pronosticado que seguirán haciéndolo a lo largo de este año? ¿No sería admitir que ellos, los grandes “sabios” de la economía, se han equivocado? Lo más que pueden hacer, por tanto, es insinuar que la próxima subida de tasas, que se especulaba aconteciera en marzo, no sucederá y que se puede demorar más de lo previsto.

Algo así ya dejó caer la semana pasada el presidente de la Fed de San Luis, James Bullard. Lo que vino a decir es que, con el derrumbe de los precios petroleros, las expectativas inflacionarias se han deprimido, algo que es preocupante porque deja a la economía de nuevo expuesta a riesgos deflacionarios, y que ese comportamiento puede retardar la decisión de volver a incrementar las tasas.

 

Pero ese mensaje dudamos que sea suficiente para que sirva de revulsivo para los mercados. Eso es algo que, nos tememos, ya está bastante incorporado en la mente de los inversionistas. Se necesitaría de algo más agresivo: un recorte de tasas y, si no funciona, un nuevo programa de compra de activos, un QE4.

 

¿Habrá reversazo de la Fed?

Ahora bien, como decíamos, esa decisión difícilmente lo anunciarán, al menos de momento, para no verse demasiado mal. Y en caso de admitir que erraron y se decantaran por algo así, ¿cómo lo tomaría el mercado? ¿No mandaría la Fed el mensaje de que, en efecto, la economía marcha mal y corre el riesgo de entrar en una nueva recesión? Y si es así, más que calmar a los mercados, ¿no los espantarían más?

Por tanto, activar el “put de Greenspan” en esta coyuntura no es algo tan elemental y evidente como antaño. Pero tampoco el Banco Popular de China tiene una tarea sencilla: hasta hace poco bastaba con reducir los requerimientos de caja o recortar las tasas de interés para volver a encandilar a los inversionistas. Pero ahora, en medio de la estampida de capitales en China, una medida de ese tipo no haría sino acelerar el flujo de salida de las inversiones, poner más presión a la baja sobre el yuan, precisamente una de las razones que ha provocado el actual desmán de los mercados, y generar más turbulencias. Al gobierno de China, que le está constando controlar la volatilidad financiera en sus mercados y que ha gastado carretadas de dólares tratando de defender al yuan y de sostener sus Bolsas, se le podrían acumular los problemas.

Por tanto, las bolsas mundiales están en un punto crítico. En este momento, los soportes de agosto parecen vulnerables y los redentores de siempre, la Fed y China, cuentan con menos capacidad para poder rescatarlos. Estén preparados.

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