Adina Chelminsky

Aprendiz de brujo

Adina Chelminsky

24 Jun, 2016

¿Todos podemos ser emprendedores?

Una de las palabras más sobreutilizadas hoy en día es “emprendedor”. Se usa en todos los contextos y se asume que es la solución para todos los problemas del país. “Un país de emprendedores” es algo así como la fuente de la eterna juventud en términos de progreso nacional. Las secundarias y preparatorias (e incluso algunas primarias) se jactan de sus programas para crear emprendedores.

Creo yo que la acepción de la palabra está mal utilizada. México y todo país necesita de gente dinámica y con ambición. Todas las escuelas del país deberían, desde preescolar, fomentar estos hábitos y características en los alumnos.  De ahí a que todos los mexicanos estén hechos para ser emprendedores en el sentido empresarial de la palabra, hay una enorme diferencia.

No todos podemos ser emprendedores (todavía no me queda claro si yo estoy cortada para esto). Hay gente muy inteligente, trabajadora y ambiciosa, pero que está hecha para sobresalir y tener éxito dentro de una estructura ya formada.

Uno de los grandes problemas de México, creo yo, es que les vendemos a todos la posibilidad que tienen de ser emprendedores sin averiguar si tienen realmente el carácter para lograrlo. Hemos fomentado una generación de personas con enormes sueños y pocas herramientas naturales para hacerlos realidad.

Ojo: hay emprendedores naturales, que nacen con el carácter necesario para emprender. El hecho de no haber nacido con éste no implica jamás ser un emprendedor exitoso, pero obliga a la persona a pulir ciertos aspectos de su personalidad.

El carácter del emprendedor no tiene que ver con conocimientos puntuales (ser buen vendedor o saber mucho de finanzas, por ejemplo), esos se aprenden, sino con actitudes básicas hacia la vida que se necesitan para soportar el proceso de emprender:

1) Una moneda de dos caras. Para ser emprendedor hay que combinar dos características, al parecer, opuestas: Por un lado, ser un rinoceronte: tener la piel gruesa para poder aguantar reveses, críticas y desatinos sin perder el foco de lo que se quiere conseguir. Al mismo tiempo, hay que ser flexible como boligoma para poder conjugar los planes con la realidad. Winston Churchill lo explicó perfectamente: “Para ser exitoso hay que adaptarse a los cambios manteniendo siempre el mismo propósito”.

2) Poder vivir con incertidumbre. Todo mundo piensa que puede vivir bajo incertidumbre (no saber cuánto vas a ganar, cuánto tiempo va a tomar el proceso de éxito, si es que va a haber éxito…) hasta el momento en que realmente vive bajo incertidumbre y truena bajo la presión y angustia. Para poder ser emprendedor tienes que tener el carácter apropiado y, además, estar en el momento de la vida que te permita vivir sin la seguridad a la que muchos estamos acostumbrados.

3) Para poder emprender no sólo debes poder pensar más allá de la caja, debes asumir que no existen las cajas. Un emprendedor va a ser, sobre todo en un principio, el mil usos de su negocio y va a necesitar la creatividad al máximo para poder resolver cada reto y conflicto con éxito. Por más que se haya escrito sobre el tema de los negocios y el emprendimiento, te vas a encontrar con problemas para los que nadie tiene una solución y tú mismo la vas a tener que buscar (¡y encontrar!) dentro de ti.

4) No hay de otra. Estás empezando desde abajo. Hay que tener el temple para aguantar muchas cosas. Ser un buen vendedor y emprendedor implica ejercitar dos músculos mentales que, la mayor parte de nosotros, tenemos poco desarrollados: la humildad y la paciencia. Si sientes que no los vas a poder desarrollar, evita emprender un nuevo negocio.

5) La pasión y las buenas ideas no son suficientes para emprender. Hay que tener la fuerza mental y física para poder iniciar un nuevo negocio. Aun cuando sea “sólo” trabajo de escritorio, se necesita salud para poder arrancarlo. Los horarios, el desgaste mental y la disposición física son agotadores (como en cualquier trabajo, pero aquí un poco más por asumir todo el peso de la responsabilidad).  Como con cualquier programa de ejercicio: antes de emprender, consulta a tu médico.

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