Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

2 Ago, 2016

Lo bueno es que está autorizado por el Congreso (qué poca)

Debo reconocer, de entrada, que no me pierdo las conferencias trimestrales ofrecidas por Hacienda, con motivo de la publicación de los Informes sobre la Situación Económica, las Finanzas Públicas y la Deuda Pública, y los anexos que detallan lo contenido en el documento principal.

La calidad de las respuestas, y el desempeño de los funcionarios que las presiden, hay que decirlo, han ido de más a menos en los últimos trimestres. Además de la posición que ocupan los funcionarios, ha bajado también su capacidad para explicarse, parecer creíbles y hacer pasar mentiras burdas y evidentes, como si fueren la verdad revelada.

Esta vez, el viernes hace tres días, las cosas llegaron a un nivel, que ni en mis ratos más pesimistas fui capaz de imaginar. Los tres funcionarios, daban pena; su lenguaje corporal evidenciaba el pánico que los embargaba por estar ahí, tratando de defender lo indefendible. ¡Pobres!

¿Así, con estos funcionarios, que sin duda deben ser útiles para algo, sacar copias, tomar recados o algo parecido, piensa la Secretaría de Hacienda que va a contribuir a elevar el nivel de la confianza —hoy por los suelos— de los agentes económicos privados, en la gobernación que hoy padecemos?

¿No hay alguien en esa secretaría, capaz de articular respuestas más o menos lógicas? La llegada de un nuevo vocero de esa secretaría, fue acompañada de un alud de elogios por su desempeño anterior en otros lugares los cuales, sin duda, deben ser merecidos. Luego entonces, ¿por qué no preside ella, y responde a las preguntas de los reporteros? La verdad, al país y a la misma Secretaría de Hacienda les convendría, en lugar de ese trío que se distingue por incapaz de comunicar algo, dar respuestas que generen confianza o al menos, que no eleven los niveles —de por sí ya altos—, de desconfianza y de falta de credibilidad en este gobierno.

Por otra parte, ver por internet la transmisión de las conferencias de prensa a las que hago mención aquí, me permite analizar el lenguaje corporal de los que las presiden. El que dejan ver, debo decirlo también, los deja muy mal parados y demuestra la escasísima o nula importancia que Hacienda concede a estas conferencias.

Al menos, al ser presididas por un subsecretario o por el mismo secretario, hay cierta formalidad la cual, hay que decirlo, no mejora en modo alguno los intentos por tratar de defender lo indefendible. Ahora bien, ¿por qué el desdén al enviar a empleados de tan bajo nivel y escasísima capacidad para comunicar?

¿De qué se trata? ¿De no generar ruido, y lograr así que las malas noticias pasen inadvertidas? ¿Tan ingenuos son, que piensan que al enviar a funcionarios menores, la realidad de las finanzas públicas quedará en la oscuridad?

Bien haría Hacienda, más aún en los tiempos que corren, cuando lo que abunda es la desconfianza en la capacidad del equipo gobernante para diseñar y aplicar políticas públicas que rompan el estancamiento económico, concederles la debida importancia a estas conferencias de prensa trimestrales.

Al menos serían más agradables, no tan aburridas como la de hace tres días. Sin duda, la nueva vocero superaría a los tres.

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