Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

31 Ago, 2016

Snapchat

Un buen parámetro para medir brechas generacionales podría ser la capacidad de las personas para adaptarse a ciertas innovaciones. Me atrevo a hablar en nombre de quienes tenemos más de 40 años de edad y que, a pesar de tener una vida activa en Facebook y Twitter, no terminamos de comprender bien cómo funciona Snapchat.

El fantasma blanco sobre fondo amarillo cumple su primer lustro el mes que inicia mañana, en medio de un crecimiento acelerado: apenas en junio pasado, Bloomberg informó que cuenta con 150 millones de usuarios diarios, 40 millones más que los que tenía en diciembre de 2015, con lo que ya superó a Twitter, subrayando su mayor arraigo entre gente joven, léase adolescentes, veinteañeros y una franja de treintones.

Un informe difundido por la firma eMarketer el 23 de agosto pasado pronostica un crecimiento de 27.2% para Snapchat en 2016, y otro 13.6% para el año siguiente, al final del cual llegaría a los 217 millones de usuarios diarios. Y si bien ratifica que los millennials (los nacidos entre 1981 y 2000) constituyen la mayoría de su base de usuarios activos al mes –un 70% en Estados Unidos–, sí le da una oportunidad a que personas más veteranas migren a su plataforma (como cuando llegaron a Facebook abandonando Hi5 y MySpace). Así, el porcentaje referido descendería a 56% al finalizar 2020. 

Mis intentos infructuosos por tratar de ser un usuario regular de Snapchat me han servido, más bien, para formular hipótesis de por qué a mis contemporáneos nos cuesta tanto trabajo adoptarla. Una de ellas es que se trata de una aplicación diseñada para su goce pleno en smartphones, lo que la convierte en la primera red social de naturaleza netamente móvil. Un modelo disruptivo para quienes aún solemos conectarnos a Facebook o Twitter durante varias horas en la oficina o el hogar desde computadoras de escritorio, como buenos Godínez.

Esta “naturaleza” –por llamarla de algún modo– liga de manera indisoluble el uso de Snapchat con la cámara del teléfono, lo que lo vuelve una experiencia fundamentalmente visual, otro shock para quienes habíamos preferido comunicarnos mayoritariamente con palabras.

Así, entre sus grandes éxitos están características como el envío de fotografías que desaparecen una vez que la recibe nuestro interlocutor –lo que facilita el sexting, aun cuando está contra sus políticas de uso– y Lenses, filtros de realidad aumentada que generan retratos cómicos (una tecnología inventada por la startup ucraniana Looksery, la que adquirió hace justo un año).

El envío de selfies incómodas e imágenes divertidas entre amigos fue justo el propósito explícito que motivó a Evan Spiegel y Bobby Murphy, estudiantes de la Universidad de Stanford, a experimentar en los programas de intercambio de fotos tomadas con celulares. Una modalidad que por aquellas fechas aún no resultaba muy lucrativa, según cuenta el primero en una nota publicada en el blog de Snapchat el 9 de mayo de 2012.

Ambos emprendedores hallaron un nicho entre quienes desesperadamente desetiquetan sus fotos comprometedoras en Facebook antes de someterse a una entrevista de trabajo. La mejor solución que encontraron la lanzaron en forma de app en iTunes en septiembre de 2011, tras un verano de arduo trabajo en Los Ángeles.

En esa historia “oficial” no se relata el rol de un tercer involucrado, Reggie Brown, socio inicial de Spiegel y Murphy, con quienes rompió al no llegar a un acuerdo sobre el porcentaje de participación en aquel incipiente negocio, de acuerdo con el reportaje The inside story of Snapchat publicado por J. J. Colao en la revista Forbes, en enero de 2014. Según ese texto, Brown alega haber aportado la idea inicial, el primer nombre de la aplicación –Picaboo– y su hoy famoso logotipo.

Spiegel, quien a sus 26 años planea casarse con la modelo australiana Miranda Kerr, de 33, puede presumir haber rechazado una oferta de compra por parte de Facebook, que fallidamente intentó competirle con su programa Poke. Y también puede jactarse de revitalizar el periodismo por medio de Discover, un conjunto de canales de texto y video dinámico que desafía a los sitios informativos a reinventar su narrativa.

Al cumplir sus primeros cinco años de vida, Snapchat aspira ahora a conquistar públicos maduros que se animen a refrescar su modo de interactuar con la tecnología. Más vale aprender sus trucos antes de que las redes que ahora poblamos terminen convertidas en pueblos fantasma.

marco.gonsen@gimm.com.mx

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