David Páramo

Análisis superior

David Páramo

17 Nov, 2016

Qué pena me dan

Parecería que la cobardía, la estupidez y la ignorancia son características entre algunos elementos que fueron desechados de las filas de la izquierda.

Por ahí está el que propalaba mentiras como el presunto alcoholismo de Felipe Calderón y hoy sólo subsiste con tres letras del apellido del que los abandonó. Recuerdan el poema de Julio Sesto “qué pena me dan las abandonadas, recordando un hombre y arrastrando un niño”.

Hay otro que, de alguna manera logró una beca dentro del gobierno de Enrique Peña Nieto y se ha convertido en espécimen que dejó de ser exótico para convertirse en un chivo en cristalería como lo definen otros funcionarios de la Secretaría de Hacienda.

Mario Di Costanzo está cerca de convertirse en el peor titular que haya tenido la Condusef en toda su historia y eso que la pelea ha sido muy reñida entre los que han recibido el cargo como una suerte de premio de un alumno o una cuota política.

Temas como Ficrea debieron haber sido suficientes para que este hombre fuera despedido. Tomando atribuciones que no le correspondían hizo promesas sin fundamento y sólo contribuyó a complicar más el problema.

Tiene una campaña bastante ridícula para hablar sobre la maldad de los bancos. Ha inventado términos que supuestamente confirman sus invenciones sobre los abusos de esas instituciones.

Como todos los mediocres que le han antecedido en la Condusef suele escudarse en las “acciones” que tienen con los clientes. Curiosamente los bancos son mucho más efectivos que el organismo dependiente de la Secretaría de Hacienda para lograr mediaciones con sus clientes que, en más del 95% de los casos, se resuelven a favor del usuario.

Trata, de maneras verdaderamente exóticas, de crear tensión entre los usuarios de los bancos con listas que no funcionan y ayer nos regaló una de las más grandes aberraciones y muestras de incultura financiera de las que se tenga noticia por parte de un funcionario público.

“Recomendó” a la gente que no utilice sus tarjetas de crédito durante el Buen Fin ante la posibilidad de un aumento en las tasas de interés. Además, se convirtió en analista financiero y dijo que “en caso de que Banco de México decida mover las tasas de referencia el jueves, esperaríamos un incremento entre 1.5 y dos puntos en las tasas de interés promedio de las tarjetas de crédito... Siempre es mejor evitar el endeudamiento, por lo que es recomendable considerar el pago con tarjeta de débito y no crear adeudos futuros con la de crédito”.

Este intento de recomendación, que sería inaceptable para una persona con dos dedos de frente, debió estar coronada con toma chocolate, paga lo que debes.

NEGOCIACIÓN

A juzgar por la reacción ridícula de la Secretaría de Relaciones Exteriores, anunciando medidas que ya existen como nuevas ante la realidad; y con el obvio mensaje de Ildefonso Guajardo, titular de Economía, en el sentido de que estamos listos para renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (sólo faltaría que esa dependencia no estuviera lista para hacer su trabajo), parecería que en el gobierno de Enrique Peña Nieto nadie o casi nadie sabe analizar escenarios.

Independientemente de que se equivocaron creyendo que Hillary Clinton ganaría, parecería que nadie sabe medir posibilidades y, peor aún, algunos como Claudia Ruiz Massieu perdieron miserablemente el tiempo en berrinches ante acciones correctas como la visita de Donald Trump a México.

Cuando Luis Videgaray coordinó la visita del entonces candidato, no sólo hubo una gran cantidad de críticas infundadas sino de reacciones inaceptables por parte de otros miembros del gabinete que hicieron público un berrinche.

Tristemente el gobierno de Peña Nieto no ha sabido capitalizar esa gran jugada. Como he sostenido en esta columna la mejor manera de llegar a acuerdos con alguien es a través del diálogo.

Después de la visita de Trump a México, evidentemente se vieron algunos atisbos de acercamiento, los cuales deberían aprovecharse por la relación que construyó Videgaray con el ahora Presidente electo de Estados Unidos y su equipo; sin embargo, el sentimiento de culpa que ha caracterizado a esta administración le siguió y prefiere mensajes obvios y absurdos que encarar la realidad: México debe renegociar el TLCAN desde una posición de fuerza y no de pánico como la que ha mostrado el gobierno.

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