Hecha la tarea, Díaz de León ve los toros desde la barrera

El nuevo gobernador del Banco de México, Alejandro Díaz de León, podrá encarar hoy una reunión de política monetaria con algo de sosiego. Hasta ahora ha presidido dos y ambas se saldaron con una alza de tasas de 25 puntos base, llevando a la de referencia a 7.5 por ciento.
Economía -
Foto: Cuartoscuro
Hecha la tarea, Díaz de León ve los toros desde la barrera

 

CIUDAD DE MÉXICO.- Por tanto, su estreno como gobernador no fue de terciopelo: encarecer el precio del dinero justo cuando la economía está débil y da señales de estar perdiendo más fuelle no debe ser tarea de buen gusto. Pero era lo mejor por varios motivos: uno, la tasa de inflación repuntó a finales de año y, de hecho, cerró inesperadamente el 2017 en 6.77%, su nivel más alto del año; dos, la volatilidad había regresado al peso ante la incertidumbre con la negociación del TLCAN, la carrera presidencial y la política restrictiva de la Fed; y tres, se habían deteriorado las expectativas de una rápida convergencia de la inflación al objetivo central de 3.0% como resultado de la propia depreciación del peso, el generoso aumento al salario mínimo, nuevos incrementos en los precios de la energía y una tendencia adversa en los precios de frutas y verduras.

En esa difícil coyuntura, Díaz de León mostró carácter y no le tembló la mano. Y la estrategia le ha funcionado de maravilla. Por un lado, contribuyó de manera determinante a dar la vuelta al peso mexicano y a reconducir la inflación a la baja, evitando un deterioro en las expectativas inflacionarias de los agentes económicos. Y por el otro, con esos dos certeros golpes, apuntaló rápidamente su credibilidad como gobernador y consolidó el carácter independiente de Banxico en la conducción  de  la política monetaria, por si había alguna duda. Y eso es fundamental para una institución que se ha erigido, sin duda, como el mejor ejemplo de hacia dónde tiene que ir el marco institucional del país. Ahora que la contienda electoral está en todo su fragor, Díaz de León ya ha hecho su trabajo, y podrá seguir la batalla en un segundo plano, evitando así cualquier acusación de estar interfiriendo en las elecciones.

En efecto, el peso mexicano, con su portentosa recuperación en este 2018, está fuera del debate presidencial y ha evitado que se esté hablando de crisis de fin de sexenio. De los 19.87 pesos por dólar que llegó a tocar en diciembre del año pasado, ahora cotiza en torno a los 18.20 pesos, y en lo que llevamos de año se ha apreciado un 8.0%. Por supuesto que la expectativa de que los tres socios del TLCAN lleguen pronto a un acuerdo ha sido fundamental para robustecer el peso: ése es, a juicio de los analistas, el principal factor que está moviendo a la divisa mexicana. Pero el respaldo que Banxico le dio a  la moneda antes de que empezara la batalla electoral fue esencial.

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Asimismo, la tasa anual de la inflación ha descendido, de manera sistemática, desde que empezó este 2018. Y lo ha hecho de manera sustancial. De la tasa de 6.77% con la que la inflación general cerró el 2017, ha pasado a 5.04% en marzo, su nivel más bajo desde febrero del año pasado, nada mal si tenemos en cuenta que se han tenido que absorber los recientes incrementos de los salarios y de los precios de la energía. Por supuesto que a la dinámica de precios le ha beneficiado una favorable base de comparación: pero el fortalecimiento del peso ha sido clave para contener los riesgos de los llamados “efectos de segunda ronda”.

Ese éxito se ha visto reflejado, sobre todo, en la inflación subyacente, que es el componente que mejor refleja la tendencia sostenida de los precios, una vez que se eliminan los compontes más volátiles (alimentos frescos y energía). La tasa anual de marzo se situó en 4.02% cuando apenas en diciembre su crecimiento era de 4.87%. Dentro de ese componente, la mejor noticia se concentra en el rubro de “mercancías”, el más expuesto a las veleidades del peso y al comportamiento de insumos básicos como el gas o la gasolina: su tasa de inflación ha descendido de 6.17% a finales del año pasado a 4.64% en marzo, la más baja desde diciembre de 2016, antes de que se anunciara el “gasolinazo”, por lo que ya se ha digerido la mayor parte del “shock” del año pasado.

Aun así, todavía hay bastante trabajo por hacer, sobre todo en el subcomponente de “alimentos, bebidas y tabaco”, donde la tasa de inflación en marzo fue de 5.35%, una cifra todavía demasiado elevada. Sin embargo, si se logra mantener la estabilidad del peso, la propia base de comparación hará que la tasa anual vaya retrocediendo conforme avanza el año. En el rubro de “servicios”, la inflación se ubica en un nivel confortable, cercano a 3.5 por ciento.

En la inflación no subyacente, las noticias son mixtas, pero ahí escapan en buena medida a las capacidades de Banxico. Lo cierto es que la tasa anual permanece muy alta, de algo más de 8.0% en marzo. En el rubro de “agropecuarios”, el aumento en los precios de las “frutas y verduras” se ha replegado en febrero y marzo luego de sufrir un virulento ascenso a finales del año pasado, lo que ha contribuido a la reciente mejora de la inflación. Sin embargo, el de “energéticos y tarifas autorizadas por el gobierno” ha seguido una tendencia al alza durante febrero y marzo derivado del comportamiento de los “energéticos”, sin duda el mayor obstáculo que le ha surgido al Banxico en su esfuerzo por  hacer converger la inflación rápidamente a su objetivo de 3.0 por ciento. En el caso de la gasolina, su senda alcista está asociada al repunte de los precios del petróleo en el mercado internacional; y en el del gas LP, al precio internacional del petróleo hay que sumar la falta de competencia en el sector, si bien los precios de dicho producto se han reducido durante febrero y marzo.

Pese a las dificultades, el notable descenso de la inflación por tres meses consecutivos ha sido crucial para contener las expectativas inflacionarias para el 2018 luego de las dudas que surgieron al inicio de año. Así, en diciembre del año pasado, el consenso del mercado estimaba que la inflación para el cierre de 2018 se ubicaría en 3.85%, según la propia encuesta de Banxico. Sin embargo, ante la resistencia a la baja de los precios y la turbulencia cambiaria, revisaron esa estimación a 4.06% en enero y 4.13% en febrero. En marzo  esa tendencia al alza se había revertido ligeramente a 4.09%. Por tanto, también en este frente el trabajo de Díaz de León ha dado resultados.

De este modo, al nuevo gobernador de Banxico sólo le queda, una vez hecha la tarea, mantener las tasas por primera vez desde que asumió el cargo, viendo cómodamente los toros desde la barrera, sin ensuciarse con la arena del albero. Desde allí seguirá las embestidas de Trump con la renegociación del TLCAN, deseando que se cumplan los vaticinios de Ildefonso Guajardo de que se cierre un acuerdo para mayo. Y desde allí divisará los puyazos que unos y otros candidatos presidenciales se darán hasta el primero de julio, anhelando que todo sea limpio y transparente y no se alarguen los golpes tras las elecciones del primero de julio. De ser así, la divisa mexicana seguirá relumbrando  y la inflación continuará convergiendo hacia la meta de Banxico por su propio peso, lo cual evitaría que Díaz de León se tenga que ver en la necesidad de castigar al crecimiento económico con nuevos apretones monetarios. Bajo ese escenario, las tasas terminarían, tal y como espera el consenso, en su actual nivel de 7.5%... eso, siempre está, con el permiso de la Fed.

* Director de llamadinero.com 
y profesor de la Facultad
de Economía  de la UNAM

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