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En un pronóstico reciente emitido por el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), se ha revelado que México enfrentará varias olas de calor en los próximos meses. Pero, ¿cuándo y cuántas habrá?
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De acuerdo con el SMN, habrá cinco intensas olas de calor que golpearán al país entre marzo y julio de 2024.
Asimismo, se anticipa que este año será particularmente más cálido que el anterior, con temperaturas que podrían superar los 40 grados centígrados en ciertas regiones, exacerbando las condiciones de sequía ya críticas en diversas áreas del territorio nacional.
Según las proyecciones meteorológicas, se espera una distribución temporal precisa de las olas de calor venideras.
La primera ola de calor se pronostica para marzo, seguida por dos en abril, una en mayo y la última en junio.
Este patrón de eventos climáticos extremos no mostrará discriminación geográfica, impactando a todos los estados del país por igual.
Se anticipa que los efectos sean especialmente agudos en los estados del norte del país, como Sonora, Baja California, Coahuila y Nuevo León, debido a su ubicación geográfica y condiciones climáticas particulares.
Por otro lado, los estados del sureste, incluyendo aquellos en la Península de Yucatán, enfrentarán no solo altas temperaturas, sino también un incremento en la humedad, lo que agrava las condiciones de vida y el bienestar de la población.
Una ola de calor se define como un fenómeno climático que se caracteriza por el mantenimiento de temperaturas máximas y mínimas que igualan o superan, durante al menos tres días consecutivos, los niveles establecidos para cada área específica.
Este suceso no solo resulta de la entrada de masas de aire cálido, sino también de su persistencia prolongada sobre una región, lo que provoca un aumento significativo de las temperaturas en comparación con los registros estacionales habituales.
Las raíces de las olas de calor se hallan en complejas interacciones atmosféricas y climáticas, las cuales se ven exacerbadas en numerosos casos por el fenómeno del cambio climático global.
La creciente persistencia y la intensificación de estos eventos destacan la urgente necesidad de tomar medidas, no solo en términos de preparación y respuesta ante emergencias, sino también en la implementación de políticas de mitigación a largo plazo para hacer frente al cambio climático.
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