Primer ministro de Japón, Shinzo Abe, renuncia por complicaciones de salud

TOKIO.- Este viernes el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, anunció que abandonará su cargo debido a que ha surgido nuevamente un problema crónico de salud. Señaló que lamentaba dejar tantos de sus objetivos sin terminar.

Es desgarrador tener que dejar mi trabajo antes de lograr mis objetivos", dijo Abe al mencionar su fracaso para resolver la disputa territorial con Rusia.

Su papel ha logrado ser muy relevante, al representar a una de las principales potencias globales.

Dijo que su problema de salud estuvo bajo control hasta principios de este año, pero se descubrió que había recaído en junio cuando se sometió a un chequeo anual.

Foto: Reuters

Abe ha tenido colitis ulcerosa desde que era un adolescente y ha dicho que la afección se controló con tratamiento. Las preocupaciones sobre la salud de Abe comenzaron este verano y crecieron este mes cuando visitó un hospital de Tokio dos semanas seguidas para hacerse chequeos médicos no especificados. Ahora está en un nuevo tratamiento que requiere inyecciones intravenosas, dijo. Si bien hay alguna mejora, no hay garantía de que curará su condición, por lo que decidió renunciar después del tratamiento.

Abe es un político de sangre azul que fue preparado para seguir los pasos de su abuelo, el ex primer ministro Nobusuke Kishi. Su retórica política a menudo se centró en hacer de Japón una nación "normal" y "hermosa" con un ejército más fuerte y un papel más importante en los asuntos internacionales.

Se espera que Abe, cuyo mandato finaliza en septiembre de 2021, permanezca en el cargo hasta que el parlamento elija y apruebe formalmente un nuevo líder del partido.

Abe se convirtió en el primer ministro más joven de Japón en 2006, a los 52 años, pero su primer período excesivamente nacionalista terminó abruptamente un año después debido a su salud.

En diciembre de 2012, Abe regresó al poder, priorizando las medidas económicas sobre su agenda nacionalista. Ganó seis elecciones nacionales y construyó un control sólido sobre el poder, reforzando el papel y la capacidad de defensa de Japón y su alianza de seguridad con Estados Unidos. También intensificó la educación patriótica en las escuelas y elevó el perfil internacional de Japón.