Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

23 Abr, 2019

Ante lo visto, ¿cuál es la nueva obsesión de Salazar?

Hace unas semanas, el 27 de febrero, Carlos Salazar pronunció un discurso que según algunos fue mesurado y respetuoso del Presidente de la República ahí presente, además de claro en lo que se refiere al papel del empresario en la sociedad; para otros, sin embargo, fue una pieza oratoria cursilona y blandengue.

Agregaron a estos adjetivos, que lo que en esos momentos requería el país –a tres meses de comenzado el gobierno de López–, era firmeza y claridad acerca de lo que exigía el país y su economía, dadas las primeras muestras de una gobernación que no permitía albergar esperanzas en algo tan urgente y necesario como es el hacer respetar la ley por todos sin distingo alguno y, sobre todo, en la disposición del nuevo gobierno de hacerla respetar utilizando –sin excusa alguna–, los instrumentos que la ley pone en manos del Presidente de la República.

Es más, afirmaron, y afirman, los que no se impresionaron con la pieza oratoria del nuevo presidente del CCE, que el problema del país desde hace años es precisamente ése, la renuencia de las autoridades de los tres niveles de gobierno, a hacer respetar la ley con miras a fortalecer el debilitado Estado de derecho el cual, en vastas regiones del país, es ya entelequia o sueño imposible.

Al margen de lo que usted o yo pudiéremos pensar de la intervención del licenciado Salazar ese día, tomo una frase por él pronunciada que me parece, en las condiciones del país y la gobernación que ya se vislumbraba ese 27 de febrero que ha sido más que ratificada en los meses siguientes, errada.

Dijo Salazar: “Señor presidente, hagamos de la inversión una obsesión. Para que el país crezca al 4 por ciento, se necesita una inversión de entre el 25 y el 27% del Producto Interno Bruto. En los últimos años la inversión pública se ha reducido y la privada, aunque ha crecido, no alcanza a compensar la reducción de la pública, de tal forma que no llegamos a los niveles necesarios”.

(De tener interés en leer el discurso completo del licenciado Salazar, lo que recomiendo, aquí lo encuentra: http://www.cce.org.mx/discurso-del-lic-carlos-salazar-lomelin-al-rendir-...).

En una democracia imperfecta, como la mexicana, la única obsesión admisible y obligada no es por la inversión, sino para exigir el respeto de la ley por todos, sin distingo alguno, y la construcción con firmeza y sin vacilación alguna de un Estado de derecho pleno. De proceder así, la inversión fluiría; de lo contrario, de seguir como a la fecha –con un Estado de derecho casi inexistente en muchos aspectos y regiones–, por más obsesos que fuéremos, la inversión no fluiría; por el contrario, no llegaría y quizás alguna ya presente se iría.

Soy de los que piensan que nuestro muy débil Estado de derecho nos debería llevar a exigirle a la autoridad –de los tres niveles de gobierno– que cumpla con lo que dijeron al rendir la protesta de ley: Cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes que de ella emanen.

Lo demás son buenas intenciones para satisfacer a los ingenuos. ¿O no, licenciado Carlos Salazar?

 

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