Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

1 Sep, 2020

¿Informe? ¡Seriedad, por favor!

Hace tres días, el sábado 29, el sedicente secretario de Hacienda tuvo a bien empapar a los diputados que lo escuchaban, no con un balde de agua fría, sino con miles de metros cúbicos de agua a punto de congelación.

Les dijo lo que algunos hemos dicho desde hace un buen tiempo. En mi caso, desde la campaña misma del año 2018 afirmé, una y otra vez, que no habría recursos que alcanzaran para tanta ocurrencia y desatinos de toda índole prometidos por el entonces candidato, luego Presidente Electo y más adelante, Presidente Constitucional, Andrés Manuel López Obrador. 

Hoy, en boca de Arturo Herrera, esa cruda realidad expresada en la falta de recursos para sufragar todo para todos, suena a despedida y la presentación de su renuncia irrevocable.

¿Se hartó, por fin, de tanta ridiculización y desautorización pública por parte del Presidente mismo? ¿En verdad prefirió seguir el camino del doctor Urzúa, y “dejarles el gallo muerto para que lo acaben de pelar”?

De no ser así y optar por seguir exhibiendo una cobardía sin límites y falta de dignidad personal y profesional (fuera esta conducta por dichas razones o por otras que rayarían en lo inexplicable), ¿el Presidente lo dejará de adorno donde está y, sería lógico suponer entonces, que el Presidente seguiría con sus “explicaciones” de la situación económica, alejadas años luz de la sensatez económica?

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Por otra parte, al exhibir la ignorancia del Presidente con sus palabras del sábado, ¿se atreverá aquél a despedirlo a pesar del pésimo mensaje que enviarían el gobernante y su gobierno a los agentes económicos privados y a los inversionistas del exterior que de por sí no ven ya con buenos ojos la gobernación del actual Presidente?

La relación entre el Presidente de la República y Arturo Herrera ha llegado, con las palabras del sábado, a un punto de quiebre. O se va Herrera —renuncia irrevocable o el cese fulminante y la defenestración de costumbre— o ¿veríamos algo imposible a la fecha: el gobernante rectifica de manera profunda en gasto público, impuestos y contratación de deuda, y su relación con el sector privado?

Esto último, repito, luce imposible. Por el contrario, lo que veo es una necedad infinita, traducida ésta en seguir sin cambio alguno la ruta trazada desde antes de la toma de posesión: reproducir el pasado idílico que el Presidente ve en sus sueños de grandeza.

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La situación que padecemos, habría que entenderlo y aceptarlo, no tiene otra salida que la debacle que nos llevaría al fondo del precipicio, tal y como ha sido en los últimos 50 años. Por lo que vemos del Presidente, no habrá otra salida dada su forma de distribuir el gasto, centro de la tragedia económica que enfrentamos.

¿De qué sirven las experiencias en países de la región? Argentina, Ecuador, Venezuela, Bolivia y Nicaragua, ¿no son una buena enseñanza de lo que no debe hacerse? ¿Qué requeriría Andrés Manuel López Obrador para darse cuenta del desenlace que nos espera, dada la ruta escogida?

Luego entonces, frente a lo que padecemos, ¿qué “informará” hoy? ¿Que vamos convencidos a la ruina, para que con su sabiduría y fuerza telúrica rescate los pedazos y construya el nuevo México?

¿Ve usted otro posible desenlace? ¡Yo tampoco!

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