Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

24 Sep, 2019

Los monopolios más peligrosos, son otros

 

La ideología que se nos ha inculcado desde los años treinta del siglo pasado tiene, lo aceptemos o no, un espacio de privilegio para algunos monopolios. Los dos más conocidos, que más daño han hecho a la economía y su crecimiento y modernización, son Pemex y CFE.

Hoy, ambos son dirigidos por desconocedores de la industria y pocas luces para empezar a aprender. Las pifias cometidas por Bartlett y Romero, ya han significado un alto precio a pagar, no obstante que ni siquiera han cumplido en su encargo diez meses.

Por encima de los grandes daños causados por Pemex y CFE, no debemos menospreciar lo que causan otros monopolios; éstos, a pesar de no ser mencionados ni vistos como tales, causan un daño cuya elevada magnitud es prácticamente imposible cuantificar.
En cambio, sí es posible afirmar que esos otros, aun cuando pudiere sonar impensable o imposible, causan daños mayores que los de Pemex y CFE, y por si esto no fuere suficiente para prestarles atención, esos daños son de índole tal, que perduran muchos años.

Sus efectos negativos podrían ir más allá del tiempo que gobiernan sus propietarios monopólicos, pues aun cuando dejan de serlo, sus efectos siguen causando estragos.

De esos otros monopolios debe decirse que el que hoy los monopoliza, no es el único que hemos conocido y padecido; es el más ambicioso en cuanto a su afán monopolizador, ¡sí!, pero no el único.

Por encima del daño que causa el monopolizador con decisiones basadas en los monopolios que posee, debo señalar que antes de él hubo otros; algunos tan efectivos en dañar al país y su economía que, decenios después, aún padecemos los efectos negativos de lo que monopolizaron.

Los monopolios a los que hago referencia en párrafos anteriores, no son de cosas materiales, son de índole diversa, pero no menos peligrosos. Me refiero a cualidades, las cuales, dados los nulos cuestionamientos de los suyos y la debilidad y cortedad de miras de la oposición, presumir la propiedad monopólica convierte a aquél en un peligro para el país y su economía, y el crecimiento y modernización de la misma.

Ahora bien, ¿cuáles serían esas cualidades que, por más absurdo que pareciere, siempre hay un gobernante que pretende monopolizarlas? Son varias: una, la honradez a toda prueba que lo lleva a presentarse como el único honrado y por eso mismo está por encima de toda sospecha.

Él, al juzgarse así, se siente dueño único de una pureza casi celestial.

Otra cualidad que monopoliza es la inteligencia y el dominio de no pocas áreas del conocimiento.

Es el único que sabe cómo enfrentar y resolver problemas como la corrupción y la violencia desbocada, la cual, sin freno alguno, reina sin freno en vastas regiones del territorio nacional; también, sabe más que todos de energía y métodos para extraer petróleo.

Para no cansarlo con detalles de las áreas que monopólicamente domina diría que nuestro monopolizador no tiene ciencia aborrecida.

En consecuencia, ante él, los mexicanos somos casi retrasados mentales, pues todo ignoramos y lo peor, somos corruptos irredentos.

A todo esto, ¿sabe usted el nombre del dicho monopolizador? ¡Sí, ése es!

 

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