Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

23 May, 2019

¿Quién estará contento con esos mexicanos?

La formación ciudadana es, antes de cualquier otra cosa, resultado de un proceso el cual, para empezar, es largo y no exento de dificultades. En materia de ciudadanía —cualidad de ciudadano—, nada es fácil y menos automático.

Si uno entendiere y aceptare lo anterior, tendría que concluir que la educación, tanto la recibida en el seno familiar como la recibida en el seno de la sociedad y también, en parte, en el sistema educativo, es pilar fundamental en el proceso de crear conciencia ciudadana para fortalecer la ciudadanía, cualidad central para lograr una convivencia civilizada.

En México, para empezar, confundimos ciudadanía con electorado; en consecuencia, cuando se habla de fortalecer esa cualidad surge la confusión, y el mensaje se pierde. En la medida pues, que no tengamos claro el papel que juega la cualidad de la ciudadanía, muy difícilmente fortaleceremos nuestra democracia y, menos aún corregiremos tanta falla y eliminaremos vicios producto de la corrupción y las ambiciones desmedidas de politicastros mediocres e ignorantes, pero eso sí, ávidos de poder para enriquecerse.

¿Qué explica la conducta de decenas de millones de mexicanos frente a eso que nos es tan ajeno, el respeto de la ley? ¿Dónde abrevamos ese desprecio por la ley y la importancia de respetarla? La respuesta es sencilla: En la mesa familiar, y en las escuelas. ¿Y quienes fueron nuestros maestros? Nuestros padres y en no pocos casos, sus cómplices en negocios turbios hechos al amparo, en no pocas ocasiones, del poder político.

Hoy, cuando la ola que nos lleva al antepasado en materia educativa parece haber ganado una importante batalla, es obligado preguntarnos, ¿qué ciudadanos mexicanos tendremos en diez años? ¿Qué calidad de ciudadanos han formado y seguirán formando esos delincuentes de la CNTE, la CETEG y la Sección 22?

¿Qué será de nuestra democracia frente a la vena autocrática, casi dictatorial de López, apoyada por los serviles que le rodean, tanto en su gabinete como en su partido y en las dos fracciones de su partido en el Congreso de la Unión y los Congresos estatales?

¿Qué dicen los hoy ciudadanos formados en las primarias

y secundarias plagadas de delincuentes de la CNTE, la CETEG y la Sección 22, de esa declaración reeleccionista de López cuando afirma, con el gesto de perdonavidas que le es tan propio, al afirmar, una y otra vez, No me voy a reelegir?

El texto del artículo 83 desenmascara sus intenciones: El Presidente entrará a ejercer su encargo el 1o. de octubre y durará en él seis años. El ciudadano que haya desempeñado el cargo de Presidente de la República, electo popularmente, o con el carácter de interino o sustituto, o asuma provisionalmente la titularidad del Ejecutivo Federal, en ningún caso y por ningún motivo podrá volver a desempeñar ese puesto.

¿A qué viene entonces esa afirmación del que sabe tendría que modificar la Constitución para aspirar a reelegirse? ¿Acaso piensa en salidas no constitucionales, de ahí su conducta obsequiosa para con las Fuerzas Armadas? ¡Cuántas ilusiones equívocas alberga la mente calenturienta, de los aspirantes a dictadores!

 

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