¡Quién se preocupa y ocupa de la Ley de Ingresos?

El artículo 42 de la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria (LFPyRH) establece en la fracción IV lo siguiente: “La Ley de Ingresos será aprobada por la Cámara de Diputados a más tardar el 20 de octubre, y por la Cámara de Senadores a más tardar el 31 de octubre”.

Si consideráremos que este martes (13) hay sesión ordinaria en ambas Cámaras del Congreso de la Unión, a los diputados les quedarían únicamente dos más para discutir la Iniciativa de Ley de Ingresos: el 15 y el 20 del mes en curso.

Dicho de otra manera, la discusión y aprobación de dicha Iniciativa en el Pleno —de haber sido elaborado y aprobado ya el dictamen en la Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados— contaría sólo con dos sesiones, pues el 20 de este mes debe enviar la Minuta al Senado de la República.

¿Ha leído y/o escuchado algo en relación con la discusión de esa iniciativa? ¿Ha sabido de reuniones en la Comisión de Hacienda o, como es la regla ya de este gobierno, las modificaciones no serían aceptadas, pues tal cual la envió el Ejecutivo este 8 de septiembre debe ser aprobada? ¡Sí, sin modificación alguna! Es la orden.

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¿Es sano para la economía que la única opinión que cuente en este tema —los ingresos del erario—, y muchos otros, sea la voluntad e ideas caducas del Ejecutivo? Si bien la oposición dará la batalla en algunos puntos, la aritmética favorece la decisión Presidencial.

Nada importa que un buen porcentaje de los diputados de Morena carezca de los conocimientos elementales de temas centrales como los ingresos del erario, el que encarna el gobierno unipersonal que padecemos ha decidido ya qué debe contener la Ley de Ingresos.

Hay puntos en la iniciativa enviada que no contribuyen a estimular el crecimiento —menos a apoyar la situación de millones de mexicanos— lo cual, dados los modos del Presidente, ninguno de los suyos cuestionará aspecto alguno de la iniciativa enviada. En consecuencia, gritemos: ¡Viva la aritmética, muera la inteligencia y el conocimiento!

Los dos paquetes económicos que este gobierno ha elaborado y enviado al Legislativo se han caracterizado por una distribución ineficiente de los recursos públicos y por un ofensivo despilfarro de lo que, escaso hoy, más lo será mañana: los recursos públicos.

La caída de la economía de nuestro país durante los dos primeros años de gobierno del presidente López Obrador prefigura un panorama complicado.

El problema radica más en la distribución que en el monto disponible de los recursos. La incapacidad evidente de este gobierno para gastar eficientemente no la habíamos visto y padecido desde los años setenta del siglo pasado.

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A este gobierno, y a quien lo encabeza, no le cabe en la cabeza que usar el gasto para captar votos quedó atrás hace mucho. Pretender regresar la rueda de la historia es un imposible, una tontería. Su fijación con el uso del Gasto Público como el motor único del crecimiento es una baratija arrumbada hace años en el basurero de la historia económica.

Sin embargo, por encima de esta realidad, el gobierno y el Presidente toman decisiones como si fueran un clón de Echeverría y López Portillo juntos. ¡Pobre México, cuánta ignorancia y soberbia!