Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

20 Ago, 2020

¿Regresa el Alarma!? Así parece

Hace algunos años, circulaba en México una revista escandalosa cuyo tiraje semanal alcanzaba cientos de miles de ejemplares. Alarma!, su título, era famosa por el contenido casi escatológico; material de lectura en las peluquerías y con el bolero, años después cesó su publicación y hoy, casi nadie la recuerda.

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¿A qué se debió el cambio? ¿Acaso mejoramos nuestro material de lectura, después de haber perdido interés en la nota roja y el amarillismo? ¿Los temas de crímenes y violaciones, junto con las exageraciones y exhibición burlesca de personas con miras a saciar el morbo de millones ansiosos de “cultivarse”, dieron paso a materiales de mejor calidad literaria?

De ninguna manera, lo que sucedió es que la televisión hizo más interesante y atractiva la presentación de aquellos temas. Hoy, además, cualquiera con un teléfono celular tiene acceso a todo eso y más: crímenes, sexo, sangre y degradación al alcance del teclado.

Es ahí, entre esos mexicanos ávidos de basura, donde encajan perfectamente los videos que, dicen, entregó Emilio “L”, cuya exhibición masiva exige el Presidente. Poco importa violar el debido proceso y echar por el caño la presunción de inocencia; además y que en esta etapa, lo relacionado con la integración de la carpeta de investigación debe mantenerse en secreto.

¿Acaso en este proyecto de replicar el pasado (promovido con un celo digno de mejor causa por este gobierno y quien lo encabeza), el único referente es Alarma!, en un nuevo formato? ¿Es ésa la cultura jurídica que promueve la Oficina Jurídica de Presidencia y el Presidente mismo?

Es imposible entender y aceptar, que sea el mismo jefe de Estado quien encabece esta cruzada cuyo objetivo sería —todo así lo deja ver—, no otro que la descalificación del adversario mediante la manipulación de materiales ilegales. Lo procedente sería entregarlos, para que fuere la Fiscalía quien los analizare y, como consecuencia de las investigaciones obligadas, concluyere si habría méritos para integrar una carpeta de investigación.

Sin embargo, la ruta y la conducta son otras; no sólo diferente sino violatoria del debido proceso y la presunción de inocencia. ¿A qué se debe este proceder? ¿A la idea perversa del nulo papel de las instituciones, no se diga ya del nulo respeto del Estado de derecho?

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¿A dónde nos lleva este desprecio de la ley? ¿A una guerra de todos contra todos? ¿A un bombardeo de videos, fotografías y llamadas telefónicas? Baste un ejemplo: anteayer, un renombrado columnista publicó un texto con título amarillista: “Las travesuras eróticas del secretario”. ¿Sería en realidad “un aviso” para aquellos funcionarios y/o adversarios, cuya orientación sería similar a la del secretario del texto aquél?

¿Qué pasaría si los exhibidos respondieren de la misma forma, con más materiales comprometedores? ¿Será tanta la ingenuidad de quienes hoy usan videos para desacreditar adversarios, que piensan que de ellos nada hay? Por otra parte, no se dan cuenta de que los exhibidos tienen también con qué responder, no como en Alarma!

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Estas guerras de excremento se sabe cuándo y cómo empiezan, pero no cómo y cuándo terminan.

 

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