Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

26 Sep, 2019

Tan fácil es destruir, que cualquier incapaz lo hace

Una de las actividades más fáciles en la gobernación, es destruir lo que anteriores gobernantes construyeron; poco importa que se trate de instituciones útiles para la gobernación o reformas legislativas que abonarían —de mantenerlas y aplicarlas con firmeza y visión de futuro—, al esfuerzo para sentar las bases de una vida mejor para todos.

Está demostrado que siempre le será más fácil al que llega (con ínfulas de sabelotodo, y puro en exceso que raya en la insania) destruir hasta dejar en ruinas lo alcanzado a lo largo de decenios que, partir de lo construido para corregir lo que no ha funcionado, y profundizar en lo que sí.

La visión del que llega al gobierno sin la preparación obligada, menos la madurez y sensatez necesaria, es un misterio y un verdadero peligro.  De ahí que no pocos afirmen que votar por el perverso que promete todo para obtener el voto —a sabiendas de la imposibilidad de cumplir—, es la mayor amenaza para toda democracia.

Destruir lo que gobiernos anteriores lograron es muy fácil; tan lo es, que el más incapaz destruye en horas lo que llevó años construir. ¿Qué explica esta conducta de algunos gobernantes? ¿Su complejo de inferioridad frente los méritos de quienes lo antecedieron? ¿Temor a pasar inadvertido dado lo obtenido por los otros, o sólo su  mezquindad y pequeñez?

¿Qué hacer entonces en los tiempos actuales frente a quienes piensan que antes de ellos, nada se hizo o todo se hizo mal? ¿Cómo proceder ante quien afirma ser el único honrado, y acusa a los anteriores de rateros irredentos y corruptos hasta la saciedad?

Los populistas que hoy abundan en no pocos países, son buenos ejemplos de esa ola de destructores que, con base en una visión casi de purificación religiosa piensan, desde la total irracionalidad e ignorancia, que sobre las ruinas de lo que destruyan erigirían el nuevo país el cual, ahora sí, llevará su firma.

Estos nuevos Atilas (Donde pisa mi caballo no vuelve a nacer la hierba) jamás piensan —porque su incapacidad intelectual no se los permite—, que quien los suceda podría hacer lo mismo con su obra de la cual, ni un pequeño vestigio quedaría para recordarlos.

En América Latina, larga es la lista de quienes así han procedido desde hace muchos años; en México hemos acuñado una baratija que vendemos como la Teoría del Péndulo la cual, no es otra cosa que la evidencia de la pequeñez y los complejos del mezquino sucesor ante la obra del anterior.

Aquí y ahora, el nuevo gobernante pretende construir un nuevo país e imponer una nueva visión del mundo; de ahí el ofensivo despilfarro para la compra de voluntades como es regla con la casi totalidad de los gobernantes latinoamericanos. La apertura de la economía vino, a querer y no, a atemperar ese afán destructor de lo alcanzado por los anteriores.

Ya están aquí los que pretenden borrar toda huella de los anteriores para reconstruir el país a imagen y semejanza de su egolatría. Me cuento entre los ingenuos que pensamos, que eso ya no lo veríamos; dada pues esa realidad que ofende y grita ¡A destruir todo, para yo reconstruirlo todo!, reconozco ni error.

¡Pobre México!

 

Síguenos en Twitter @DineroEnImagen y Facebook, o visita nuestro canal de YouTube