Darío Celis

Tiempo de negocios

Darío Celis

11 May, 2018

Terrorismo laboral contra hoteleros en Cancún

¿Sabrá el gobernador de Quintana Roo, Carlos Joaquín González, que la familia Nieto Campos (Gustavo padre e hijos Gustavo, Jesús y Martín) actúa a nombre del gobierno local para amenazar y amedrentar a empresas hoteleras norteamericanas, españolas y mexicanas con una supuesta Unidad Verificadora de Seguridad Laboral y Salud?

Las empresas que han recibido amagos aseguran que los miembros de la familia Nieto actúan a nombre del gobierno estatal, pero nadie sabe quién fue el funcionario o los burócratas que autorizaron a estos “expertos” a auditar a los hoteleros de Cancún y de la Riviera Maya en seguridad laboral y salud.

Gustavo Nieto y los suyos están creando una “verificadora” para certificar a las empresas prestadoras de servicios de hoteleros, con la que se presenta en las compañías como “la certificadora estatal” de equipamiento, condiciones laborales, pagos de nómina y de salud (botiquines y servicio médico) de los trabajadores y amedrentan con dar parte y denunciarlos a las autoridades federales.

Así es: si no aceptan, dicen que les lanzarán todo el peso del Sistema de Administración Tributaria, que encabeza Osvaldo Santín; la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, que comanda Roberto Campa Cifrián, y la Secretaría de Salud, que capitanea José Narro.

Y es que si bien las empresas hoteleras de Quintana Roo quieren ser competitivas en precios, servicios y en sus rendimientos, salir al escenario internacional y ser un destino que pueda ofrecer al turista las mejores opciones de descanso y placer, se han encontrado con estos “auditores” que los amenazan e intimidan y que incluso llegan a decir que si no les gustan estas auditorías, “vendan sus inmuebles y regresen a su país”.

La pretensión de la familia Nieto, con la obligatoriedad de su “Unidad Verificadora”, es extorsionar a hoteleros nacionales y extranjeros y convertirse en el juez de qué empresas cumplen o no, sobre todo los prestadores de servicios en esta industria.

Las cadenas que están a merced de estos oportunistas son principalmente españolas, como Grupo Barceló, que preside Raúl González; Riu, que maneja Luis Riu; Grupo Meliá, de Gabriel Escarrer; Oasis, de Pedro Pueyo; Iberostar, de Miguel Fluxà, principalmente.

El gobierno de Joaquín González ha expresado muchas veces su preocupación por el bienestar de los trabajadores, en especial del sector turismo, a fin de mantener las fuentes de trabajo y la seguridad social, pero, ¿estará al tanto de lo que están haciendo los Nieto, quienes se jactan de tener derecho de picaporte con el Ejecutivo local?

Aunado a ello, la hotelería, al igual que muchas empresas de Cancún, recién están viviendo el que Estados Unidos haya retirado la alerta roja que pesaba sobre este destino turístico. Y, por si fuera poco, está la inseguridad, la incertidumbre en la renegociación del Tratado de Libre Comercio y las próximas elecciones del 1 de julio. Pero se confía en que el gobierno estatal no se deje engañar y ponga más trabas al empresariado y, por el contrario, promueva la creación de empleos e inversión.

CNA PINTA RAYA

Otro sector que no firmó los desplegados del Consejo Mexicano de Negocios (CMN) y del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) en la disputa con Andrés Manuel López Obrador fue el agropecuario.

Más señaladamente, el Consejo Nacional Agropecuario (CNA), industria que ha sido fiel a los últimos gobiernos que, hay que decirlo, poco o nada han hecho por los hombres del campo. Y no es que el CNA, que preside Bosco de la Vega, comulgue con las tesis del candidato puntero en las encuestas. Simplemente, al igual que los empresarios de la radio y la televisión agrupados en la CIRT, no quisieron comprar el pleito de Alejandro Ramírez, Alberto Baillères, Germán Larrea, Eduardo Tricio y Claudio X. González.

En el CNA hay empresarios de peso, como Víctor Gavito, de Alpura; Jesús Vizcarra, de Sukarne; Mario Steta, de Driscoll Strawberry; Carlos Braña, de KirbyMex, y Juan José Córdoba, dueño de Intergan, por mencionar sólo algunos. El sector agroalimentario simplemente paga por ver y no quiere pelearse innecesariamente con el que podría ser el próximo presidente, sobre todo cuando éste ha mandado señales de que apoyará al campo.

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