David Páramo

Análisis superior

David Páramo

23 Mar, 2023

Desgracia histórica

A principios de esta administración se creó el Banco del Bienestar como una sociedad nacional de crédito, institución de banca de desarrollo, y ahora resulta que ya no se dedicará a funciones bancarias, sino que se concentrará en la distribución de los programas sociales del gobierno federal.

El Padre del Análisis Superior advirtió que se trataba de una mala idea por ser redundante con el gran crecimiento de los bancos privados, que ya venían desarrollando muy importantes programas de inclusión financiera y, además, se trataba de un modelo propio de finales del siglo pasado.

Según el decreto publicado el 19 de julio de 2019 en el Diario Oficial de la Federación en torno a su sector, señala: “A personas físicas y morales que, de acuerdo con su consejo directivo, tengan acceso limitado a los servicios financieros por su condición socioeconómica o ubicación geográfica”.

Con base en esos principios se lanzaron, como lo presumieron desde el primer momento, a crear la más grande red de sucursales en el país. También, desde el primer momento, el Padre del Análisis Superior señaló que era un error.

Como se ha demostrado en prácticamente todo el mundo y particularmente durante los últimos años en México, no se requieren grandes redes de sucursales para llevar servicios financieros, sino de eficientes redes de corresponsales.

Curiosamente, el anuncio del martes confirma esta realidad que fue planteada desde el inicio, por lo menos en el tema de las remesas. La Secretaría de Hacienda dijo que usarán la red de Financiera Nacional. Desde el gobierno pasado y cuando esta entidad se llamaba Telecomm, ya se usaba esta red para distribuir remesas, puesto que era mucho más eficiente y barata que usar al sistema financiero.

Dice la Secretaría de Hacienda que el Banco del Bienestar dejó de recibir remesas antes de que instituciones como Wells Fargo anunciaran a sus clientes que lo dejarían de hacer a partir del 21 de abril. Sea como sea, esa salida no alcanza para justificar el grave daño reputacional.

A ese error le siguieron muchos otros.

REMATE INEFICIENTE

Operativamente, el Banco del Bienestar siempre ha sido un desastre: ni Rabindranath Salazar Solorio, a quien correspondió la transición de Bansefi, ni Diana Álvarez Maury o el actual, Víctor Manuel Lamoyi, han dado pie con bola.

A pesar de ser un banco de desarrollo, es decir, de administración gubernamental, han destacado por la cantidad de multas que les ha cobrado la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, encabezada por Jesús de la Fuente, por fallas de procedimientos y manuales para evitar operaciones indebidas.

Hay dudas fundadas por parte de las autoridades estadunidenses con respecto a que el Banco del Bienestar haya sido utilizado para lavado de dinero proveniente de la delincuencia organizada que, según parece, no se eliminará simplemente saliéndose del negocio de las remesas.

Son tan claras sus fallas a procesos fundamentales de la banca como los errores y dispendios que se han cometido en los tres años de existencia de este banco.

Supuestamente su función es bancarizar a las personas que no alcanza la banca y para reforzar esta labor se concentrarán en la distribución de programas sociales. ¿Realmente creen que bancarizar es dar una tarjeta para que la gente retire sus recursos?

Quizás algún político populista podría decir que sí, puesto que ya tienen un plástico y algunos de ellos pueden usar un ATM, no obstante, eso es total y absolutamente ridículo.

Bancarizar, como lo han hecho con excelencia instituciones como BBVA México y Banco Azteca, encabezados respectivamente por Eduardo Osuna y Alejandro Valenzuela, es muchísimo más: generar una cultura de ahorro, dotar de financiamientos que vayan creciendo paulatinamente con el cliente.

Financiamiento para la compra de artículos domésticos, para vehículos o la adquisición de vivienda; poder pagar productos y servicios... Eso es bancarizar, lo otro es tener oficinas de dispersión de recursos federales.

REMATE PREOCUPANTE

Para la distribución de subsidios, tener una red tradicional de sucursales es un error, puesto que implican demasiados costos fijos para no poder ser, ni siquiera, cómodos para quienes reciben estos programas, puesto que los patios de las sucursales son muy pequeños, lo que genera grandes filas en la calle.

El Banco del Bienestar no ha aportado nada a la inclusión financiera y mucho menos a la bancarización del país. Sus graves problemas regulatorios, aunados a los de diseño, son una puerta abierta para la corrupción y la ineficiencia.

 

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