Edgar Amador

Edgar Amador

9 May, 2022

El mundo de cabeza se pone del derecho y eso duele

 

En las últimas semanas hemos escrito en este espacio repetidamente sobre lo que el banco central de Estados Unidos, la Fed, ha hecho, pero también sobre lo que dejó de hacer. La razón para la insistencia es sencilla: la Fed es el banco central más importante del mundo y tiene la capacidad de fijar el costo del dinero en la economía global. La Fed está haciendo algo muy importante y muy costoso. Está poniendo del derecho a una economía y unos mercados que durante los últimos 20 años funcionaron de cabeza y que se olvidaron casi por completo del elemento crucial de las finanzas: el riesgo.

Cuando se escriba la historia financiera de estos días que corren, el miércoles de la semana pasada destacará entre las fechas. Ese día la Fed subió su tasa de fondos federales en 50 centésimas, la primera vez en más de 20 años que incrementaba en esa magnitud.

Aunque la Fed había ya iniciado las alzas de sus tasas en la sesión anterior, abandonando el cero por ciento en el que estuvo estacionada demasiado tiempo, el mensaje de subir 50 centésimos debió de quedar claro: se acabaron más de dos décadas de dinero barato luego del colapso de la burbuja especulativa de las acciones tecnológicas.

Si uno mira las gráficas de esos 20 años parecerá como si todo lo que se aprendió en economía y finanzas se volteó de cabeza: el costo del financiamiento bajó hasta hundirse debajo del cero por ciento y presentar tasas de interés negativas en amplias regiones del mundo; al mismo tiempo, los precios de los activos financieros se dispararon, incluso en el caso de aquellos que no producen ingresos algunos y no tienen ninguna utilidad económica aparente, como las misteriosas criptomonedas.

Ese periodo de 20 años podría resumirse en un postulado desconcertante: entre más riesgo, mejor. Como el costo del dinero fue tan bajo (negativo incluso), invertir en riesgo no parecía tener consecuencias. Dentro de la ecuación que se verbaliza como “el que no arriesga, no gana” los bancos centrales absorbieron el riesgo del mercado y los inversionistas se quedaron con las ganancias. Tasas nominales de interés negativas, lo que implica que se pagaba para prestar; activos raros que sin producir ingreso alguno se disparaban en su precio; precio de las casas y bienes raíces que duplicaban su precio en semanas; autos usados con costo superior al mismo auto nuevo; empresas centenarias, con sólidos modelos de negocio y flujos futuros ciertos con acciones vapuleadas en sus precios; una empresa automotriz, Tesla, con ventas que son la décima parte de Toyota, con un valor de mercado superior a la de todas las automotrices juntas.

Era tanta la liquidez inyectada en el sistema por parte de la Fed y los mayores bancos centrales en estos últimos 20 años, que nos acostumbramos a ver el mundo de cabeza y pensamos que estaba del derecho. Pero cuando el velo del dinero gratis empieza a caer, vemos que el mundo normal puede ser peligroso y que ese peligro cuesta, y que debemos de pagar para protegernos de ese peligro y las cosas comienzan a verse de nuevo como deben de ser.

Invertir en los mercados implica riesgo y es importante identificar los activos que generan ingresos de los que no. No tiene sentido que un auto usado cueste más que un auto nuevo, porque el riesgo de que el usado se descomponga es mayor que el del nuevo. Comprar una criptomoneda no tiene mucho sentido porque no nos da ingreso alguno y el dinero rinde ya una tasa creciente. ¿Cómo es posible que Tesla valga 10 veces más que Toyota, la cual vende diez veces más autos que la misma Tesla?

Los mercados se acostumbraron a ganar y a que la Fed los rescatara cuando perdían por culpa de sus excesos. La Fed pudo rescatarlos porque no había inflación y pudo estirar la liga experimentando con empujar el crecimiento y el precio de los activos e inflar la riqueza inyectando liquidez. Pero cuando la inflación regresó, pescando dormida a la Fed, la cual fue complaciente hasta que ya no pudo con la falta de credibilidad que la abrumaba, el costo del dinero ha comenzado a sufrir y seguirá alto por un buen tiempo. Eso provocará que los mercados dejen de andar de cabeza y la lógica se enderece. Pero la transición será dolorosa. Si no, pregúntenles a los inversionistas de acciones o de bonos en estos días.

 

 

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