José Manuel Suárez-Mier

José Manuel Suárez-Mier

José Manuel Suárez-Mier

4 May, 2018

AMLO y la educación

López ha tenido problemas con la educación desde sus experiencias personales en las rezagadas escuelas públicas tabasqueñas a las que asistió, hasta la UNAM, dónde obtuvo un título que no vale el papel en el que está escrito. Tan deplorable preparación académica de un candidato presidencial es un peligro grave.

 Para empezar, en la facultad de Ciencias Políticas y Sociales entre 1973 y 1987, el largo tiempo que le tomó a AMLO terminar su carrera, se podía escoger buenos catedráticos y hacer una carrera meritoria o maestros “barco,” como los que eligió AMLO, con los que la educación resultante era pésima.

 Para mantener la plaza, esos malos profesores se plegaban al chantaje de los perezosos “estudiantes”. Uno de ellos, despistado, encargó a su clase la lectura de cinco capítulos de El Capital de Marx, lo que rechazaron los alumnos, dispuestos a leer sólo un capítulo por semana, ¡marxismo light!

 El curso de economía que eligió López fue atroz. El texto era el Tratado de Teoría Económica del marxista nicaragüense Francisco Zamora, impenetrable, pero dogmático. Algún avispado alumno que sufrió ese ladrillo afirmaba que su título se explicaba porque el autor…, había “tratado”, aunque claramente fracasó.

 AMLO “tronó” sus cursos de Economía, de Economía Política y todas las matemáticas y estadísticas, lo que explica que sus cuentas nunca salgan. Destripó los cursos de Ciencias Políticas, Sociología, Historia del Pensamiento Político de México, Gobierno Comparado y hasta el seminario de tesis, y ¿con este récord quiere ser Presidente?

 Es decir, López no sólo eligió maestros fáciles y malos en su carrera, que les exigían un rendimiento mínimo a sus alumnos, sino que fue un pésimo estudiante que reprobó 17 materias, cerca de la mitad del total.

 Nunca tuvo el menor interés por continuar sus estudios, como lo hicimos muchos que nos dimos cuenta que nuestra preparación en la UNAM había que continuarla, a pesar de que en la Escuela de Economía en mi generación, 1965-69, tuvimos la fortuna de elegir a varios excelentes maestros.

 Alguien con una preparación académica tan exigua no entiende los problemas de un país, lo que explica la increíble pobreza de todos sus proyectos de gobierno, una colección interminable de lugares comunes, tonterías peligrosas –refrendar “derechos” irrealizables en la Constitución y amenazar con incluir nuevos—, y ocurrencias ridículas como los trenes bala y las refinerías petroleras.

 Por eso es esencial analizar las palabras de López. Las encuestas que lo favorecen las aplaude a rabiar, las que le dan 10 puntos de ventaja o menos, las denuncia como cuchareadas y cuestiona su metodología, exhibiendo joyas inéditas de su universal ignorancia, como que se elaboran con técnicas “norteamericanas… que funcionan sólo para sociedades homogéneas”, pero no para sociedades como la mexicana.

 ¿De dónde sacó López que la sociedad en EU es homogénea? ¿Supone que lo es desde un punto de vista económico, étnico, cultural, político, culinario o hasta deportivo? Porque si bien a muchos gusta el béisbol, como a él, a pesar de su “metodología” estadunidense, a otros les gusta el baloncesto o el futbol americano.

¿Cuál es la trayectoria de López como promotor de la educación? En su paso por el DF fundó la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, que ha costado 9 mil millones de pesos entre 2001 a 2015, para graduar a mil 453 alumnos, 1.8% de los inscritos, casi 11 millones por graduado, cuatro veces de lo que cuesta la licenciatura en Harvard, para no discutir la calidad de los títulos.

Hoy está aliado con lo más retrógrado y corrupto del profesorado: los brutales genízaros de la CNTE, quienes destrozan edificios públicos y bloquean carreteras, y Gordillo y sus acólitos. ¿Qué puede esperarse en materia educativa con AMLO sino la debacle?  

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