José Manuel Suárez-Mier

José Manuel Suárez-Mier

José Manuel Suárez-Mier

2 Oct, 2020

Debate y fractura en EU

Atendí el primer debate entre los aspirantes presidenciales en Estados Unidos, Donald Trump, que despacha como presidente y quiere reelegirse, y Joe Biden, exvicepresidente con Barack Obama. Resultó, como lo supuse, en aullidos y mentiras de un lado, y argumentos ponderados y puntuales del otro.

Los medidores de opinión, que se equivocan casi siempre, afirman que los debates nunca deciden una elección porque la mayoría de los votantes ya decidió a quién quieren como su próximo presidente, pero resulta que ese 10 por ciento de indecisos puede acabar definiendo el resultado.

Los tópicos elegidos para el debate por una comisión apartidista y con la venia de las respectivas campañas fueron los siguientes:

Evaluación del desempeño de Trump y Biden como servidores públicos. Como disco rayado, el Presidente repitió sus fantasías que Estados Unidos nunca había sido tan próspero y feliz como durante su gestión, lo que no sustentó con argumentos, salvo el desempeño alcista de las bolsas de valores.

*

Por su parte, Biden señaló la extraordinaria recuperación de la economía que ocurrió durante los 8 años en los que fue vicepresidente, la cantidad de empleos que se crearon, frente a las decenas de millones que hoy no lo tienen, y cómo la clase media y los trabajadores habían mejorado apreciablemente.

La composición de la Suprema Corte, que con la muerte de la juez Ginsburg y el dominio republicano en el Senado (53 a 47), Trump puede imponer a su candidata, ignorando a la oposición, a la inminente elección presidencial y legislativa y a la opinión pública mayoritaria. En este tema, no hubo debate, sino la reiteración de posiciones partidarias conocidas.

La pandemia fue tratada por Trump con la actitud arrogante de que él ha dado la batalla más exitosa en el mundo e ignoró que su país está a la cabeza en número de infectados, 7.5 millones, y de muertos, 215 mil. Biden se limitó a asentar lo obvio y a delinear que en su administración se privilegiaría la ciencia y no la necedad dogmática.

En cuanto al desempeño de la economía, Trump se limitó a repetir sus logros, mejores que cualquier país en la historia, mientras Biden se refirió a la evidencia del desastre en el que se halla una economía en caída libre, con desempleo de casi el triple de cuando él estuvo en el gobierno, con finanzas públicas en bancarrota y con deudas y déficit insostenibles.

En materia racial y de violencia urbana, Trump intentó pintar a su oponente como blandengue para imponer el orden y la ley, mientras Biden, con ecuanimidad, definió un plan para involucrar a las comunidades junto con las fuerzas del orden para atender esos problemas.

Respecto a la integridad de la elección, Trump reiteró su denuncia de los votos por correo y en esencia que él no aceptaría su derrota como válida, a lo que Biden respondió con la urgencia que las instituciones y la sociedad se activen para garantizar la integridad del proceso electoral e impedir el fraude.

Espectáculo bochornoso que no debe repetirse, hay que cancelar los debates.

 

*Consultor en economía y estrategia en Washington DC y catedrático en universidades de México y EU.

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