José Manuel Suárez-Mier

José Manuel Suárez-Mier

José Manuel Suárez-Mier

9 May, 2018

El verdadero AMLO

Reza el dicho popular que “aunque la mona se vista de seda, mona se queda”, lo que viene a cuento por los recientes pleitos que ha buscado López con el sector privado, a cuya dirigencia califica de ladrones que han desangrado al país de la mano de la “mafia en el poder,” y que ello dejará de suceder cuando él llegue a la Presidencia.

Ahora, brinca a la palestra el fallido empresario Poncho Romo, antiguamente acusado también por AMLO, como uno de los rateros, y hoy generosamente redimido por su nuevo mesías, a decir que no hay ningún pleito y que “queremos llegar a un acuerdo por el bien de todos” y que “se ha querido polemizar algo que no existe”.

¿Los insultos a empresarios no existen? ¿Y las acusaciones concretas, con nombre y apellido, a emprendedores respetables, también son inventos? Lo que pretenden Romo y otros increíbles neoaliados de AMLO, como Esteban Moctezuma, el ocre secretario de Gobernación de Zedillo, es tapar a su líder con “verdades alternativas”.

Y como señalan algunos comentócratas, han hecho una buena labor en convencer a las corredurías en Wall Street, a los calificadores de riesgos y a los departamentos de análisis económico y político de los bancos extranjeros de que el López de hoy ya no representa un peligro para México, como atinadamente se le definió en 2006.

La verdad es que AMLO no ha cambiado en lo más mínimo, miente a sabiendas que si se presenta con su verdadera personalidad colérica, agresiva y autoritaria, perderá esa parte del electorado que quiere un cambio, que está irritada por la corrupción, la inseguridad generalizada, pero que no son sus irreversibles fanáticos feligreses.

Si acaso, sus peores defectos, como la intolerancia y el odio, se han enraizado más a fondo, al tiempo que su agilidad mental, que nunca fue particularmente vivaz, está a todas luces disminuida, lo que queda en evidencia en sus reuniones con los medios de comunicación, cuando sólo repite sus rollos de siempre y olvida nombres y fechas.

Afortunadamente, el verdadero López ha salido con mayor frecuencia de la impostura que constituye su último disfraz, y ha vuelto a ser el mismo energúmeno que descalifica a su antojo, que espeta sus ocurrencias a diestra y siniestra, sin el menor análisis serio, como su necia propuesta aeroportuaria y su rechazo a las reformas que hoy están en camino de hacer de México un país más dinámico.

No sé si en la circunstancia actual, con cinco aspirantes presidenciales repartiéndose las dos terceras partes del voto antiLópez, ya tenga asegurada la victoria AMLO, pero me parece que quienes finalmente han encontrado al mismo hombre atrabiliario y testarudo que existe debajo de todos los afeites con los que pretenden disfrazarlo, es hora de emprender una verdadera campaña para desenmascararlo.

El material para hacerlo es de una extraordinaria riqueza, es cosa de seleccionar sus dichos más agresivos, sus insultos más hirientes, sus descalificaciones más palmarias y ponerlos al alcance del público en anuncios de radio, TV, prensa y los ubicuos “medios sociales” para que los votantes conozcan al auténtico AMLO, como ocurrió en 2006, culminando con el célebre “ya cállate, chachalaca”, que lo encueró.

Pienso que los otros candidatos deben concentrarse en revelar al genuino López en su propio léxico tropical y con el color de sus recientes exabruptos, lo que, dada su personalidad intransigente, provocará nuevas agresiones e injurias que, a su vez, alimenten la siguiente fase de la campaña, lo que finalmente minará su popularidad.

Me temo que si a la brevedad posible no emprenden una cruzada como la descrita y usando todos los recursos disponibles, será muy tarde para detener a este auténtico peligro para México y evitar que llegue a la posición de hacerle daños gravísimos. 

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