Díaz de León, aliado de López Obrador

Uno de los aliados más insospechados que tiene el Presidente en su agenda de transformación es el actual gobernador del Banco de México, Alejandro Díaz de León. Una muestra reciente de ello es la contrarreforma a la industria eléctrica. La velocidad con la que se propuso, aprobó y publicó la legislación que modifica las condiciones jurídicas del sector eléctrico privado tendría que haber generado suficiente incertidumbre como para mover el tipo de cambio de manera significativa, no obstante ello, si bien hubo cierta variación en el precio del dólar esto obedeció principalmente a la preocupación de un proceso inflacionario en EU.

¿Cómo entender mejor el margen que da el Banco de México a la actual administración? Va un ejemplo, consideremos que en 2017 un grupo de analistas económicos hubiera evaluado un escenario en el que el presidente López Obrador aprobara en menos de un trimestre una legislación que el Consejo Coordinador Empresarial calificara como una “expropiación indirecta”, seguramente el grupo de analistas habría anticipado una depreciación acelerada del peso, una salida rápida de inversión de cartera, etc. Si adicional a ello se les dijera que México estaría saliendo de la mayor contracción económica desde 1932 y que enfrentaría dicha crisis sin políticas contracíclicas por parte del gobierno federal, se anticiparía un deterioro mayor. Sin embargo, cuando todo ello se ha materializado, resulta que el impacto no ha sido tan significativo y ello en buena medida es atribuible a Banxico y su autonomía. De no tener un banco central autónomo, México ya habría sido presa de una mayor volatilidad y un espejo nos lo pueden ofrecer Turquía y Brasil, dos países con bancos centrales débiles y sistemas presidencialistas fuertes.

ESPEJO TURCO

Del 1 de julio de 2018 a la fecha, la lira turca ha caído 53% frente al dólar y ello coincide con la entrada en vigor de reformas que le dieron mayores atribuciones al presidente Tayyip Erdoğan, quien desde entonces intensificó su interferencia con el Poder Judicial y el banco central, lo que incluso llevó a su yerno a renunciar como ministro de Finanzas en noviembre del año pasado. La renuncia coincidió con una sacudida propiciada por el propio Erdoğan ante la agudización de la crisis económica, por lo que sustituyó al presidente del banco central por tercera ocasión. La inflación de Turquía en febrero pasado fue de 15%, por lo que en tres meses el nuevo presidente del banco central turco incrementó la tasa de referencia en 675 puntos base, para situarla en 17%. Sin embargo, hay dudas de que pueda resistir la presión de Erdoğan.

EL ESPEJO BRASILEÑO

Hasta el pasado 24 de febrero, el banco central de Brasil no era autónomo, lo que había generado que el encargado de la política monetaria estuviese sujeto a los vaivenes del presidente en turno. Por ello, no es sorpresa que desde el 1 de julio de 2018 a la fecha el real haya perdido 51% frente al dólar, aunque la inflación ha estado relativamente controlada. Por cierto, en febrero, por primera vez en cinco años, la inflación en Brasil se ubicó por encima de cinco por ciento a tasa anual y ahora tienen a un banquero central autónomo para responder, aunque es previsible que no tarde en chocar con un Bolsonaro en campaña de reelección.

EL BANQUERO DEL AÑO

La publicación especializada Central Banking nombró a Alejandro Díaz de León como banquero del año y lo mejor de la distinción fue el análisis con el que justificaron su decisión, citando que el banco central enfrentó casi en solitario la crisis económica, destacando la cautela en bajar las tasas de interés para mantener el diferencial con EU. Además, destacan la capacidad de resistir la presión política en temas como el remanente, enfrentar noticias falsas y rechazar la reforma que buscaba obligar al banco central a comprar dólares en efectivo, todo sin entrar en una guerra de palabras con el Presidente y trabajando en una propuesta alterna con Hacienda. El 31 de diciembre termina el mandato de Díaz de León y el Presidente haría bien en renovarlo, como lo recomendó el subgobernador Gerardo Esquivel. Se ve difícil, pero sería lo mejor.