Rodrigo Pacheco

Suma de Negocios

Rodrigo Pacheco

7 Oct, 2023

El impacto bursátil  de la improvisación

 

La cancelación del Aeropuerto de Texcoco al arranque de la administración actual dejó al país nervioso, particularmente cuando se trata del sector aéreo. Esta semana, el mercado de capitales manifestó ese nerviosismo cuando los tres grupos aeroportuarios privados del país: Grupo Aeroportuario del Pacífico (GAP), Grupo Aeroportuario Centro Norte (OMA) y Grupo Aeroportuario del Sureste (ASUR) emitieron comunicados crípticos. En ellos consignaron que la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC) modificó las tarifas de la Tarifa Única Aeroportuaria de manera unilateral e inmediata.

Maraña de caprichos

Como muchas situaciones, todo comenzó por un capricho dentro de otro capricho dentro de otro capricho. El original fue cancelar el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAIM), lo que generó una cascada de consecuencias que se han querido resolver improvisando. Después de la decisión original de cancelar la obra, hubo que habilitar una alternativa, y para ello había pocas opciones.

Dos opciones

La primera opción era provisional, pero muy viable, y consistía en ampliar el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) y comenzar un nuevo proyecto pian, pianito para darle salida política a la cancelación. La ventaja de esta opción era la rapidez y que permitiría aumentar el volumen de pasajeros, lo que aportaría más recursos vía el TUA (que es la fuente para financiar los bonos de deuda del inconcluso NAIM). La desventaja es que, con ello, se patearía la lata para que la siguiente administración tuviera que concluir una eventual nueva obra. La segunda opción era lanzar un nuevo proyecto y, para ello, se escogió la base aérea de Santa Lucía, que se convirtió en el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA). De acuerdo con el primer secretario de Hacienda del actual gobierno, Carlos Urzúa, el costo directo del AIFA, considerando los bonos del NAIM, es superior a 400 mil millones de pesos. Lo peor es que no se resolvió el problema de conectividad debido a la lejanía de la instalación, lo que ha hecho que no se materialice la demanda, sobre todo porque se inauguró con prisas, sin tener las obras viales de conectividad. Además, para las compañías aéreas tampoco tiene viabilidad económica trasladar su centro de mantenimiento de una instalación a otra, lo que implica un gasto de decenas de millones de dólares. A ello habría que sumar que, ante la improvisación y austeridad, el país perdió la Categoría 1, que asigna la autoridad de aviación civil de Estados Unidos, lo que de facto canceló la posibilidad de abrir vuelos largos que podrían tener más sentido para los pasajeros.

La presión

La interpretación política del fracaso hizo pensar al gobierno que se trataba de un sabotaje de las empresas aéreas. Por lo tanto, comenzó a presionarlas y abrieron algunas rutas, pero la demanda no se materializa en los niveles necesarios, los aviones van vacíos. Después, se les ocurrió presionar a las empresas de carga para que se trasladaran del AICM al NAIM; si se hubiera planeado desde un inicio, habría habido tiempo para que las compañías se trasladaran. En los últimos meses, hubo una nueva ola de presión para las aerolíneas de pasajeros al reducir los slots en el AICM, pero como no era viable aplicar la medida un mes después, han tenido que posponerla.

Nueva oferta

La frustración ante lo fallido de la situación llevó a la decisión poco racional de generar nueva oferta. ¿Cómo? Creando una aerolínea del Estado (Mexicana) con vuelos muy baratos que operen desde el AIFA. Por ejemplo, AIFA-Acapulco por 519 pesos, AIFA- Monterrey por 519 y hasta 799 pesos. Para darle viabilidad a esas tarifas, los grupos aeroportuarios tendrían que darle un descuento en el TUA a la nueva empresa estatal. La Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC) hizo la propuesta, y naturalmente, OMA, GAP y ASUR la rechazaron, ello podría abrirles un flanco legal con Aeroméxico, Volaris y VivaAerobús, que podrían demandar por trato discriminatorio. Ante la frustración, AFAC planteó hacer modificaciones a las tarifas de las concesiones de manera unilateral e inmediata. Montados en su autoridad e incompetencia, la AFAC no consideró necesario explicar, comunicar y socializar con el público una narrativa. Podría tener puntos válidos, pero no lo consideraron. Los tres grupos aeroportuarios, por su responsabilidad fiduciaria con sus accionistas, tuvieron que comunicarlo como un evento relevante a la BMV. Y, como el mercado se inquieta ante actos de esta naturaleza, las bolsas cayeron. De tener planeación estratégica o, al menos, comunicación, se habría evitado todo el episodio, pero es lo que hay.

 

 

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