Rodrigo Pacheco

Suma de Negocios

Rodrigo Pacheco

20 Feb, 2021

Hacia un mundo ineficiente

Desde que los británicos votaron a favor del Brexit, y meses después los estadunidenses llevaron a la Casa Blanca a Donald Trump, quedó claro que el modelo de globalización se agotó para una parte significativa de las sociedades del mundo desarrollado. Es necesario distinguir que esos dos hechos fueron el punto de inflexión, pero no la causa, y que ésta se puede rastrear a un conjunto de factores como la crisis financiera 2008/2009 y la dinámica de comunicación a través de las nuevas plataformas tecnológicas, así como una creciente brecha de conocimiento y habilidades.

 VENTAJAS COMPARATIVAS

Uno de los conceptos fundamentales del pensamiento económico que explica la sociedad en la que vivimos es el de las ventajas comparativas. El concepto se originó en el siglo XIX y lo definió David Ricardo, quien plantea que dos países pueden generar más riqueza si se especializan en producir lo que hacen mejor y luego lo intercambian. Por ejemplo, si Estados Unidos es más productivo en su rendimiento por hectárea de trigo y México en producir moras, lo ideal es que nuestros vecinos no se ocupen tanto de producir la fruta y nosotros no nos aboquemos a satisfacer nuestra demanda produciendo el grano, con ello, ambos países nos beneficiamos. Obviamente, la dinámica económica internacional es más compleja y el concepto de ventajas comparativas requiere desaparecer los aranceles y que las fuerzas de la oferta y la demanda sean las que determinen los precios.

 

 APOGEO

El modelo de ventajas comparativas llegó a su apogeo luego del fracaso de la economía centralmente planificada que se derrumbó junto con el Muro de Berlín. Bajo el concepto de ventajas comparativas resultó más barato producir textiles en Asia que en Estados Unidos o manufacturar coches en México. Gracias a ese modelo, hoy, en muchas ciudades del mundo, se puede adquirir una prenda de vestir bien diseñada a un precio accesible, en Zara o H&M. No obstante, aquellos sectores que no tienen ventajas comparativas quedan dislocados y, aunque la respuesta a ese problema teóricamente se resuelve con la destrucción creativa, que se refiere a que la destrucción de puestos de trabajo de actividades ineficientes se compensa con los empleos que generan las nuevas actividades, la realidad es que muchos no pueden asimilarse ante la sofisticación y especialización de un mercado laboral que tiene mayores barreras de entrada.

 

 DECLIVE

El fin del mundo de las ventajas comparativas se aceleró con la pandemia porque, en una situación crítica, la comunidad internacional ha optado por privilegiar el interés nacional muy por encima de la cooperación multilateral, y eso es muy claro con las vacunas. Un ejemplo de ello es que la planta de Pfizer en Estados Unidos no exporta vacunas a ningún país y la Unión Europea en algún punto coqueteó con la idea. Hay una paradoja inherente a la democracia que hace muy difícil que los liderazgos políticos puedan responder multilateralmente a los problemas globales sin incurrir en un gran costo que los invalide. Ante un momento crítico como la pandemia, los países fuertes han antepuesto su interés nacional a una agenda multilateral, lo cual valida la justificación de los demás países para que desechen el modelo de las ventajas comparativas para asegurar, también, su interés nacional. El mundo se mueve a un estado de mayor ineficiencia, mucho más limitado para atender problemas globales como el calentamiento global. Una tenue señal en sentido contrario es el compromiso de 7 mil 500 millones de dólares que prometieron los países del G7 para el mecanismo Covax, que busca distribuir vacunas a países con recursos limitados.

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