Instituciones a prueba en EU

Adam Fox tiene una barba espesa y a sus 37 años es reflejo de una de las pruebas a las que han sido sometidas las instituciones estadunidenses.

Fox vivía en Wyoming, Michigan, en el sótano de una tienda de aspiradoras. Desde hace tiempo orbitaba en grupos de extrema derecha, sin embargo, hubo un catalizador que lo hizo pasar de las ideas a la acción cuando la gobernadora demócrata Gretchen Whitmer anunció medidas estrictas de cuarentena a inicios de mayo para disminuir la tasa de contagios por covid-19 en Michigan.

Las protestas contra la gobernadora se intensificaron y, en ese contexto, Donald Trump aprovechó para arrojar gasolina al fuego y en varias ocasiones hizo guiños a los grupos armados que protestaron en el Capitolio de Michigan, desplegando armas largas, protegidos por la segunda enmienda.

En ese contexto fue que Adam Fox logró organizar y atraer a un grupo de extremistas con los que comenzó a diseñar un plan que se ejecutaría previo a la elección para secuestrar a la gobernadora en su casa de descanso y someterla a un juicio sumario y, al mismo tiempo, tomar el control del capitolio estatal, así como realizar otras acciones de distracción mediante la utilización de explosivos.

En cualquier otro país con instituciones débiles la policía federal tendría pocos incentivos para investigar a grupos que han recibido guiños de simpatía del presidente. Sin embargo, en Estados Unidos el FBI infiltró al grupo extremista que se hacía llamar boogaloo y, después de recabar evidencias, detuvo a Adam Fox en octubre, junto con un grupo de doce personas.

Las pruebas para el tejido institucional estadunidense estuvieron a la orden del día desde que Trump tomó posesión el 20 de enero de 2017.

Muy temprano comenzó a llamar cobardes a sus generales, amenazó con terminar la alianza militar más importante de occidente —que es la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)—, adoptó una estrategia transaccional frente a aliados como Corea del Sur, desmintió y luego despidió a tuitazos a su primer secretario de Estado, Rex Tillerson, lo mismo que a dos consejeros de Seguridad Nacional, a dos de sus jefes de gabinete y también a su primer secretario de Defensa.

Trump hizo que Estados Unidos dejara huecos de liderazgo internacional como traicionar a los kurdos, que fueron clave a la hora de derrotar a ISIS. En materia económica presionó, como nunca lo había hecho un presidente de Estados Unidos, al líder del Banco de la Reserva Federal, Jerome Powell, para que bajara las tasas.

Además, bloqueó el funcionamiento de la Organización Mundial del Comercio y provocó la salida de su director general y hasta ahora también bloquea para el arribo de un relevo a dicha entidad.

En la pandemia, Trump desmintió a sus expertos y fue desastroso en la respuesta y ahora Estados Unidos tiene el récord de mayor número de contagios por covid-19 en un sólo día.

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La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca ha puesto a prueba a las instituciones que, a pesar de todo, han logrado estar a la altura.

Cuatro años más del republicano podrían ser el límite para que se rompan.

Veo una elección muy cerrada en la que ganará Biden, pero no será sencillo porque los extremistas como Adam Fox están esperando la menor oportunidad para incendiarlo todo.