Rodrigo Pacheco

Suma de Negocios

Rodrigo Pacheco

30 Jun, 2021

Las criptos y el dinero

Si consideramos el dinero como una mercancía, llegamos a la conclusión de que se trata de un monopolio, dado que si alguien quiere realizar una transacción en un territorio determinado, por ejemplo México, tiene que adquirir pesos mexicanos. El monopolio de la oferta del dinero pertenece al Estado y, dentro del Estado, esa responsabilidad recae en el banco central. ¿Cuál es la razón por la que el Estado tiene el monopolio del dinero? La respuesta inmediata es que emitir dinero es uno de los aspectos de la soberanía económica que permite fijar las tasas de interés y controlar la inflación, lo que, de manera implícita, atiende las tres características del dinero, que son: ser unidad de cuenta, reserva de valor y habilitar transacciones comerciales.

Por otro lado, si consideramos el dinero como una herramienta, es evidente que se trata de un artilugio que permite generar confianza, dado que una moneda estable permite hacer intercambios sofisticados y cooperación a gran escala. Por ejemplo, en nuestro país, una persona sabe que, legalmente, lo mínimo que le pueden pagar por una jornada laboral son 141 pesos con 70 centavos y eso le alcanza para comprar, aproximadamente, 8.7 kilos de tortillas en la Ciudad de México o un kilo 770 gramos de carne de res en canal. Cuando esa persona recibe ese pago, tiene la confianza de que puede ir desde Tijuana hasta Chetumal y que sus pesos serán aceptados para adquirir algún bien o algún servicio, lo que obedece a que los pesos son una unidad de cuenta, reserva de valor y se pueden obtener servicios o bienes con ellos.

Desde una óptica histórica, emerge un patrón que muestra que en casi todas las sociedades humanas sofisticadas la moneda emerge del sistema político dominante, ya sea un reino, un imperio o un Estado-nación, dado que, con ello, el poder político regula las relaciones económicas de todos los componentes, lo cual es un aspecto fundamental del poder.

Si observamos el dinero como información, podemos partir de la definición del economista Alex Tabarrok, que postula: “El precio es una señal envuelta en un incentivo”, lo cual quiere decir que el dinero es el medio por el cual se transmite información a través de un precio y ello establece una jerarquía de valores materiales.

Con estas ópticas simples acerca del dinero, podemos asomarnos a las criptomonedas, como bitcoin, y ver que, como mercancía, rompen el monopolio que tiene el Estado-nación que, en su mayoría, recae en los bancos centrales. No obstante, tiene muchas limitantes, como el reto que significa la inflación para una cripto como bitcoin, dado que su valor deriva de que hay un número limitado de monedas: 21 millones, cuyo costo de producción tiende a aumentar y, hasta ahora, es poco eficiente en términos energéticos. Además, por sus variaciones en precio, no cumple con ser unidad de cuenta y tampoco tiene transaccionalidad, aunque el presidente salvadoreño Bukele así lo pretenda. Desde un punto de vista sociológico, las criptomonedas implican la descentralización de uno de los aspectos más importantes del poder político, que es la capacidad de generar consensos para la cooperación a gran escala a través de incentivos cuya base es el dinero y la señal es el precio. Los inversionistas entusiastas del bitcoin suelen obviar todos los aspectos, monetarios, políticos y sociales, justo porque la señal del precio les genera muchos incentivos, pero no siempre racionales. A los tecnólogos les entusiasma la transformación económica y social, pero no reparan en el reto monetario y la profundidad social del planteamiento.

Para mí, el verdadero potencial es la tecnología blockchain, que tiene la posibilidad de autenticar procesos y activos mediante encriptación colaborativa, distribuida como en el sector inmobiliario o en el comercio internacional y, ahí, sí creo que hay una revolución inminente y mucho valor.

 

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