Rodrigo Pacheco

Suma de Negocios

Rodrigo Pacheco

16 Feb, 2022

Parlamento abierto en el CCE

 

Hay cierta hipocresía, pero, sobre todo, riesgo en el proceso de sucesión en el liderazgo del Consejo Coordinador Empresarial. La hipocresía deriva de pedir diálogo y parlamento abierto ante las distintas reformas que ha planteado la autodenominada Cuarta Transformación como la de pensiones, la de subcontratación, la energética y, por otro lado, no permitir un diálogo abierto en la definición de su cambio de estafeta.

El Consejo Coordinador Empresarial detenta la representación colectiva del sector privado aunque hasta ahora ha tenido un mecanismo cerrado para elegir a su líder mediante el voto de siete organismos que son: el Consejo Mexicano de Negocios, Coparmex, Concamin, Concanaco, Asociación de Bancos de México, la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros y el Consejo Nacional Agropecuario mientras que otros entes como ANTAD, Canacintra, AMIB, Concanaco Servytur y Comce tienen voz sin voto y hay otros aliados especiales que son Amafore y Caintra.

Quizás en décadas pasadas resultó suficiente tener un proceso de elección cerrado mediante acuerdos cupulares, pero en 2022 parece un despropósito, sobre todo cuando el CCE demanda diálogo y procesos transparentes para gestar cambios profundos y cuando busca tener adhesión entre las pequeñas empresas y cuando se ha planteado como objetivo lograr cercanía con la sociedad para evitar la tentación del discurso político que suele utilizar al empresariado como chivo expiatorio.

El planteamiento no es que la sucesión del CCE se dé mediante una votación entre los cinco millones de empresas que hay en el país dado que eso generaría un proceso político desgastante, pero tampoco es adecuado un pacto cupular sin que los contendientes contrasten agendas y puntos de vista, sin embargo, Francisco Cervantes ha optado por un perfil bajo afincado en el pacto de los votos que ya tiene.

El peligro radica en que ante un liderazgo que resulte sumiso como producto de una visión conciliadora, a toda costa puede desunir al sector privado, lo cual sería desastroso ante un escenario tan polarizado en el cual se requiere unidad. Además un proceso sucesorio que se da en lo oscurito dificulta comunicarle a sus trabajadores y colaboradores el valor que generan las empresas a la sociedad, lo que genera terreno fértil a la denostación de los que han logrado prosperidad a través de su trabajo.

En conclusión, al CCE le está haciendo falta el equivalente a un proceso de parlamento abierto para gestionar su cambio de liderazgo, en dicho ejercicio sería interesante saber de los candidatos:

¿Qué cambiarían de la estrategia que siguió Carlos Salazar en su relación con el presidente?, ¿Qué mantendrían?, ¿Cuál es el escenario que están observando en la segunda parte de la administración? ¿Qué agenda quieren empujar? ¿Qué agenda quieren defender? ¿Cuál es el plan para lograr un mayor acercamiento con la sociedad? ¿Cuál es su postura frente a temas como el aumento en el número de días de vacaciones, de pago máximo a 30 días a proveedores? Etcétera, etcétera.

En la etapa que se anticipa en el clima político es indispensable tener un empresariado unido, dispuesto al diálogo pero firme en sus convicciones, con una comunicación intensa y transgeneracional, con temas propios e independientes de los que se marca el ritmo de la mañanera.

 

 

Síguenos en Twitter @DineroEnImagen y Facebook, o visita nuestro canal de YouTube