Un costoso error en el Banxico

Una de las características que distingue a México positivamente entre muchas naciones emergentes es el banco central, que a lo largo de este siglo ha evitado que el país tenga crisis inflacionarias.

El Banco de México ha demostrado que la autonomía constitucional, así como una vida institucional muy robusta, son un activo clave de la estabilidad económica. Hasta ahora, un aspecto positivo y contraintuitivo del liderazgo de Andrés Manuel López Obrador es que es muy ortodoxo en política monetaria; cuando el 2 de julio pasado le preguntaron qué opinaba del aumento de las tasas de interés, con algo de confusión en cuanto a los 25 puntos base o 0.25%, contestó que él estaba de acuerdo con el Banco de México para que no aumente la inflación. Es contraintuitivo porque presidentes de otros países, con rasgos similares como Trump, Bolsonaro, Tayyip Erdoğan, despotricaban en contra de sus bancos centrales para que relajaran su política monetaria. El ejemplo más extremo lo ofrece Turquía, cuya moneda se ha depreciado 32% frente al dólar en lo que va de noviembre, ello porque el presidente turco insiste en bajar las tasas de interés en un momento en donde el mundo padece de alta inflación. Los caprichos de Erdoğan han provocado una acelerada salida de capitales, apenas en marzo despidió a su banquero central, Naci Ağbal, porque este último subió la tasa de referencia 600 puntos base para tratar de controlar la inflación de doble dígito; para darnos una idea de lo que han padecido los turcos, es como si en los últimos cinco años el peso hubiese pasado de 20.64 por dólar, en donde se cotizaba el 1 de diciembre de 2016, a 75 pesos en estos días.

La interferencia en la política monetaria por parte de los presidentes resulta muy costosa, algo parecido le ha pasado a Argentina una y otra vez.

A propósito de la inquietud en el Senado en cuanto a la dilación en el proceso de ratificación del nombramiento, que reportaron tanto Enrique Quintana como Carlos Loret, el coordinador de Morena en dicha cámara, Ricardo Monreal, confirmó que en agosto se retiró el nombramiento y que el secretario de Gobernación le dijo que estaban a la espera de una definición, por otro lado, el exsecretario de Hacienda confirmó que el Presidente le avisó la semana pasada que retiraba su nominación.

Desde que el Presidente anunció que no iba a proponer a Alejandro Díaz de León para mantenerse en un segundo mandato al frente del Banco de México, mostró que no tenía una estrategia muy definida, salvo hacer un relevo en Hacienda y, por lo que declaró ayer Ricardo Monreal, desde agosto se retiró la nominación de Arturo Herrera, por lo que el Presidente y Hacienda tuvieron algunos meses para hacer la nueva designación en sus propios términos, sin embargo, dejaron pasar el tiempo y ahora estamos en un escenario delicado.

Por ley, los miembros de la Junta de Gobierno deben ser ciudadanos mexicanos, no tener 65 años cumplidos, tener, al menos, cinco años en cargos de alto nivel en instituciones, dependencias u organismos que ejerzan funciones de autoridad financiera o que formen parte del sistema financiero mexicano. Hasta ahora, las nominaciones que ha hecho el Presidente han sido sensatas y responsables, primero Jonathan Heath, que termina su mandato en 2026; Gerardo Esquivel, que termina su periodo el 31 de diciembre del próximo año, y Galia Borja, quien comenzó su periodo en enero de este año y termina en 2028.

En la segunda parte de su sexenio es claro que Andrés Manuel López Obrador se ha radicalizado, como lo muestran los relevos en su gabinete y propuestas como los cambios constitucionales en materia energética, lo que ha tenido como consecuencia que la inversión privada se encuentre en niveles de 2019 y que México no esté aprovechando la oportunidad histórica que significa la reorientación geopolítica de Estados Unidos confrontando a China. Todos esos errores entrañan un gran costo, pero interferir con el banco central en una coyuntura de alta inflación y una reconfiguración de la política monetaria de EU, es sacudir a México en uno de sus grandes pilares de estabilidad. Es un error sustantivo y muy costoso.

clm